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Rubio, la historia de un 'cazador' con hambre de sueños y goles

Antonio Villa Rosendo, Rubio, es la estrella de la AD Nervión después de anotar un triplete ante el Paradas Balompié.

el 04 sep 2013 / 09:16 h.

IMG_2424 Rubio posa en un céntrico parque de la capital. Foto: B. Ruiz. Antonio Villa Rosendo, Rubio en el argot futbolístico, es un tipo sencillo que habla con los ojos. Huye de los discursos artificiales y responde con la sinceridad que caracteriza a los chicos de barrio que han pisado el fango. Porque la historia del nuevo héroe del Nervión, en el que debutó con un triplete en Regional Preferente ante el Paradas, no es la de un príncipe de cuento. “En mi vida me lo he tenido que currar todo desde pequeño”, dice este delantero habilidoso y picarón que correteaba feliz por las calles de Palmete. En su DNI figuran 24 años, pero en sus pupilas se retratan miles de batallas. Es padre de un niño de cinco años, Yeray. “Se tira todo el rato gritando cuando estoy jugando”, relata con una sonrisa bajo la mirada de Tania, su mujer. El domingo, Antonio Rueda, el técnico de la AD Nervión, decidió que fuese titular. Y él, obediente, respondió con un triplete. “Sé que tengo su confianza y eso me ayuda muchísimo”, admite mientras su pequeño juguetea de la mano de su madre por el parque. En Piscinas Sevilla ha coincidido con Recio, su inseparable en el vestuario, Thais y Ángel, con los que vivió las fatigas del Barrios Unidos 2012-13. “Aquí todo es muy diferente. El año pasado quedábamos de domingo en domingo para jugar, y aquí los entrenamientos sí son muy exigentes”, apunta con rictus serio. “Me encuentro bien, pero sé que ya no puedo dormirme”, subraya con sensatez. Ahora sueña con lograr el ascenso a Andaluza. “Para eso fiché por el Nervión”, comenta con una sonrisa delatadora. El domingo alcanzó las tres dianas después de un choque sensacional. “El mejor gol que marqué fue el 2-0. Fue en una jugada a balón parado. Recio me hizo un gesto y yo sabía que me iba a poner la pelota por detrás de los centrales para que llegara en carrera”, recuerda. Pintor, albañil, fontanero y cazador. De goles. Y anhelos. “Sé hacer de todo, goles también”. Sonríe y no mide la trascendencia de sus palabras. Es jovial y sincero. De sus ojos claros emanan los recuerdos de una juventud que devoró en las calles de Palmete. “Todo el barrio sabe cómo juego, y ahora me preguntan qué tal me va”, admite un artillero que retornó a Piscinas Sevilla 9 años después de su última experiencia. “Allí jugué en Andaluza Cadete”. Por aquel entonces ya era un goleador nato y un cazador de sueños.

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