Dragó explica en una entrevista que eran de "ésas - que ahora hay muchas - que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rímel, tacones, minifalda...". Él salía del metro y se las encontró de frente, siempre según su relato en el libro que recoge las conversaciones del escritor y el dramaturgo Albert Boadella. El presentador de televisión sigue narrando su "peripecia" dando detalles: se las llevó a un bar cercano y... "las muy putas se pusieron a turnarse".
El autor, para el que el comité de empresa de Telemadrid y CC OO, UGT y CGT han pedido a la dirección de la cadena pública madrileña, se jacta de explicarlo ahora porque "el crimen ya ha prescrito", aunque asegura que "las delincuentes eran ellas". A Dragó no le importa reconocer que "si en aquel momento me hubieran pedido que firmara un cheque por el total del poco dinero que tenía entonces, lo hubiese firmado sin pestañear".
Más tarde también señala, y ya a modo de justificación de su conducta que causó indignación, que lo que relata en el libro es una historia "literaturizada, a partir de una anécdota trivial". "Se remonta a 1967. Fuimos todos juntos a tomarnos un café al lado de la estación. Nadie se trajinó a nadie. Lo de los 13 años era una forma de hablar. Las japonesas tienen un aspecto muy aniñado", asevera.
