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Se buscan plumas para los romanos

Las plumas como parte decorativa en las figuras secundarias de la Semana Santa adquieren una importancia simbólica. Los romanos en la época de Jesús han sido retratados como sicarios y gente desprovista de espíritu. Pero en Sevilla, caen bien.

el 15 sep 2009 / 01:39 h.

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Las plumas como parte decorativa en las figuras secundarias de la Semana Santa adquieren una importancia simbólica. Los romanos en la época de Jesús han sido retratados como sicarios y gente desprovista de espíritu. Pero en Sevilla, esta gente cae bien.

Quizás es por el maquillaje disimulado en los cachetes, a veces exagerado, o por el penacho de plumas que ya quisieran publicitar algunos anuncios de limpieza. La cuestión es que una vez subidos a los pasos procesionales cambian y pierden su lado más oscuro.

Y es que el protagonismo que suscitan tanto en niños como mayores es mucho. Una de las labores de los priostes es precisamente cuidar todos los detalles que hacen más humanos a los milicianos del gobernador Poncio Pilato. La coraza, la armadura, y entre los atavíos de su estética barroca, las plumas. ¿La procedencia? Para quitarse el sombrero.

Hay para todos los gustos: Estados Unidos, China y Sudáfrica. Otra cosa es que los amigos del arroz y los rollitos de primavela conozcan el destino final de una de sus materias primas. De todas formas no hace falta irse tan lejos para conseguirlas.

La parada obligatoria es la tienda Plumas Sevilla, en Sanlúcar la Mayor. Eustaquio Almansa, su dueño, asegura que "casi todas las que solicitan las hermandades provienen del avestruz". Sin embargo, a pesar de lo que corren estos animales y de contratar a un gracioso que lo alcance y le quite las plumas sin que el animal se mosquee, el precio es asequible.

Las pequeñas de 50 centímetros saldrían por 5,50 cada una. Las grandes que alcanzan los 75 centímetros cuestan 10,50 euros. Si el color blanco no convence, calma. El invento del tinte rojo, negro o morado solucionará sus problemas.

Ahora, con el penacho en una mano y el pegamento en la otra sólo hacen falta unos conocimientos básicos sobre cultura clásica porque esto no es moco de pavo -o de avestruz-. Gajes del oficio. En función del rango que ostente el romano en cuestión lucirá sobre el casco un número determinado de plumas. El capitán llevará 21, el teniente 18, el alférez 12, los cabos 10 y sólo 5 los de escalafón más bajo. Si han perdido la cuenta entre tanto cargo con pluma, también se pueden colocar al gusto del consumidor.

Aquí es donde interviene la filosofía estilística de los que visten estas figuras secundarias. ¿De avestruz, de cepillo o casco a secas? Cientos de películas, libros, incluso el mismo cómic de Astérix y Obélix nos han acercado a la fisionomía y el vestuario de estas personas. Coraza de cuero, escudo protector, sandalias y un morrión sin rastro de ningún animal en el cogote, vamos sin adornos a la vista.

Pero Sevilla es especial. Y hubo un tiempo donde este séquito aparecía custodiando a varias hermandades a pie de calle. Sin embargo, en la actualidad sólo hay dos que mantienen esta tradición y donde se les puede tutear.

El Sábado Santo en el Santo Entierro (los que más se acercan a la realidad) y que imponen el respeto propio de aquella época. Éstos desfilan sin plumas altaneras. Los otros se pueden ver a primeras horas de la mañana del Viernes Santo en La Centuria de Legionarios Romanos, Los armaos de La Macarena. Una Roma desde el punto de vista de San Gil.

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