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Sevilla clama por la vuelta de Marta

La de ayer fue una marcha rápida, casi urgente, con el brío que dan la angustia y el enfado. 3.500 sevillanos se echaron a la calle para reclamar que Marta vuelva a casa, en una protesta que se radicalizó y acabó en un alegato contra la inseguridad en las calles y un aldabonazo para la Policía.

el 15 sep 2009 / 22:19 h.

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La de ayer fue una marcha rápida, casi urgente, con el brío que dan la angustia y el enfado. 3.500 sevillanos se echaron a la calle para reclamar que Marta vuelva a casa, en una protesta que se radicalizó y acabó en un alegato contra la inseguridad en las calles y un aldabonazo para la Policía. "Queremos más medios y más información", gritaba el padre de la niña desaparecida.

Los vecinos, los amigos del San Juan Bosco y los familiares de Marta del Castillo Casanueva tomaron ayer Sevilla con pancartas que gritaban una idea clara: "Marta, te esperamos", "Marta, vuelve ya", "Dejad libre a Marta", se leía en las sábanas que pasearon desde la Plaza Nueva hasta la Plaza de España. Allí, en la Subdelegación del Gobierno central, el padre de la adolescente, Antonio del Castillo, y su abuelo, José Antonio Casanueva, se reunieron con el subdelegado, Faustino Valdés, para recibir los últimos datos de la investigación policial. No hay nada nuevo, pero insisten en que "la cosa va por el buen camino", resumió el padre, algo más tranquilo que minutos antes, en la calle, cuando clamaba contra todo y contra todos.

Y es que la marcha, una abigarrada bulla furiosa y desesperada, fue notablemente más encendida que la que justo una semana atrás había reunido a 2.000 personas, convocadas a través de la red de internet Tuenti. En los primeros minutos prácticamente no se oían voces. El silencio, la reflexión, ocupaban la avenida de la Constitución. Eso, y la sempiterna foto de Marta sonriente, confiada en el futuro. Más allá, después de que la dirección del hotel Alfonso XIII saliese a San Fernando a mostrar su solidaridad al padre de la menor, fue cuando todo se alteró. Ahí empezaron los cánticos, los reproches, la rabia.

Todo coincidió con la marcha del alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, quien había compartido con la familia la pancarta de cabecera. "Todos somos Marta", rezaba. Al llegar a la altura de la glorieta Don Juan de Austria, el regidor se perdió. A la cabeza seguía el portavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Ignacio Zoido, y cerca de ella el teniente de alcalde por IU, Antonio Rodrigo Torrijos, el diputado de su coalición Juan Manuel Sánchez Gordillo y dos de los delegados socialistas: Alfonso Mir (Convivencia y Seguridad) y Francisco Fernández (Movilidad).

Pero la ausencia del alcalde envalentonó a los manifestantes, y entonces ya hubo reprimendas para todos. "Que vengan más perros", "En Sevilla no hay policías", "¿Dónde está el alcalde?", "Zapatero, implícate"... La lista de cánticos era interminable, pero todos tenían un denominador común: todos venían a pedir cuentas a las administraciones, a todas ellas, por lo que el padre de Marta definió como "una situación absurda en una ciudad como Sevilla". "¿Es posible que esto sea como el Tercer Mundo? ¿Es posible que una niña desaparezca en una ciudad de Europa y no se sepa nada de ella 15 días después?", se preguntaba, coreado por la multitud, con los ojos cansados de llorar y la voz ronca de cansancio.

Poco a poco, la protesta se convirtió en un alegato contra la inseguridad ciudadana, contra lo que muchos llamaban la "dejadez" de los políticos. Cada palabra que se pronunciaba era una afrenta, una pregunta, una queja. Los nervios, a algunos, les hacían perder las maneras. "Es la falta de información la que lleva a exigir datos, aunque sea a voces", venía a decir uno de los vecinos de la asociación Turdetania, en la barriada Tartessos, a la que pertenece la familia de Marta.

El padre de la chica, Antonio, puso esa idea en su boca minutos más tarde, cuando atendió a la prensa. "Si la Policía no realiza bien su trabajo y no pone medios, nosotros seguiremos buscando en todas partes", advirtió. Cuando la multitud se calmó, tras varios minutos gritando "Marta, te vamos a encontrar", el abuelo de la muchacha tomó la palabra para exigir "más perros especializados" que ayuden a rastrear su pista. A su juicio, "no se entiende" que se destine "el triple" de efectivos para localizar a un montañero perdido en Valencia que a buscar "a una criatura de 17 años". "Hacen falta más medios. Si no están aquí, que los traigan de fuera, pero que hagan algo", insistía machaconamente.

Miedo al olvido. El mayor miedo de la familia Del Castillo Casanueva es que se frene la investigación, que caiga en el olvido ante la falta de datos concluyentes, y que Marta "se quede pegada por las paredes", sin saber qué le sucedió después de las 22.00 horas del sábado 24 de enero, el día en que desapareció tras pasar la tarde con unos amigos. El padre de la joven reclamó que "se vuelque todo el mundo en el caso". Pese a ello, se mostró más conciliador. "Nos dicen que no hay nada nuevo, pero que van por buen camino, que esperemos y tengamos paciencia, que ellos están trabajando mucho".

Intentaba convencerse a sí mismo de lo que decía ante el megáfono, pero no se le veía satisfecho. Por eso calló un segundo, y volvió a los reproches: "No nos dan datos porque están bajo secreto del sumario. No me cuentan, no me dicen nada, ni me llaman en todo el día para nada", denunció entre lágrimas. Luego, en un susurro, confesó que tiene el alma en vilo, pensando que todos los días lo van a llamar para ir a buscar a Marta, porque la han encontrado. "Me acuesto siempre con ese pensamiento", confesó.

Tras sus intervenciones ante la prensa, y justo antes de entrevistarse con Faustino Valdés, el primo de la menor, Francisco del Castillo, leyó un manifiesto en el que agradecía la colaboración de esas más de 3.500 personas que acudieron a la marcha y en el que recordaba al Gobierno central que "la desaparición de una menor es motivo suficiente para la movilización de un país". "No queremos más desapariciones, no queremos más casos como el de Marta", exigió. Fue la única voz que expresamente habló de "esperanza" y de "firmeza ante el dolor". Los que le rodeaban se dividían entre el abucheo y la desolación.

Inquina y furor es lo que transmitió María del Mar Bermúdez, la madre de Sandra Palo, una menor vejada y quemada viva en Madrid, cuyos agresores ya están en libertad. La mujer acudió a Sevilla para arropar a los allegados de Marta, reclamar que no se convierta "en una nueva Sandra o una nueva Mari Luz", y prometer una marcha "multitudinaria" en la capital de España para impedir "que las autoridades olviden a esta niña".

Su tono, encendido, se repitió en Adoración Cano, cuya hija fue asesinada en Huelva hace ahora 18 años. Ella reclamó que incluso el Ejército se sume a la búsqueda de la joven de la calle Argantonio, "porque si hay 300 soldados para patrullar en Somalia también los hay para buscar a esta chiquilla". Reclamó a las administraciones que "acaben con los torturadores y masacradores", que se trabaje "rápido para que no se desvirtúen las pruebas" y, sobre todo, pidió que se apruebe un protocolo de actuación en casos de desaparición de menores ya que hoy "el sistema no funciona, no hay prevención ni medios para buscar", insistió.

La emoción de los manifestantes se desbordó en la Plaza de España con el tercer discurso de la mañana, el de Francisco Holgado, el padre coraje de Jerez de la Frontera (Cádiz), que perdió a su hijo en el atraco a la gasolinera en la que trabajaba. Con voz rota, relató los problemas que se ha encontrado para que se haga "justicia" en su caso, y pidió a los amigos y vecinos de Marta que peleen "para que la Policía ponga todos los medios a su alcance, ahora sólo tienen interés en el terrorismo". Cuando el megáfono calló aún quedó otra hora de consignas, de peticiones, de lemas. La mañana acabó sin pistas sobre Marta, pero con la sensación de que hay fuerzas para la lucha.

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