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Sevilla, fortaleza y mercado

El título es, naturalmente, el que don Ramón Carande dio a su ensayo, pero podría seguir sirviendo hoy, ex-lunes de resaca, cuando las bombillas de la Feria se han apagado en Los Remedios aunque casi siguen encendidas en Shangai, hasta donde han llegado para alumbrar otra Feria...

el 15 sep 2009 / 03:08 h.

El título es, naturalmente, el que don Ramón Carande dio a su ensayo, pero podría seguir sirviendo hoy, ex-lunes de resaca, cuando las bombillas de la Feria se han apagado en Los Remedios aunque casi siguen encendidas en Shangai, hasta donde han llegado para alumbrar otra Feria- filial y donde la ciudad brilla en el espectáculo de María Pagés. En el siglo XIX, Sevilla aprendió de los gitanos de la Cava que no tenía necesidad de vender cosas para vivir, que bastaba con que se vendiera a sí misma. Constituyéndose en una rara Sociedad General de Actores, atrajo a gentes de todas partes, vivió de ello y con ello. Fue ella misma haciendo que era de los demás; se erigió en una fortaleza mediática antes de que la sociedad mediática existiera.

No se dio cuenta de que esa potencia la llevaba a constituirse en mercancía que podía exportarse. La exportan artistas, cantantes, franceses listos, María Pagés, Miguel Bosé, El Lebrijano, rocieros de ultramar; la exporta todo el mundo pero aún no acaba de exportarla Sevilla misma, esa sociedad capaz de armar las fiestas más suntuosas en mínimas casetas y de programar espectáculos callejeros de animación que costarían millones. El día que tenga la osadía que tiene Ruiz Gallardón para vender Madrid en Shangai por medio de saetas, el Guadalquivir y la Maestranza, Sevilla habrá entrado, por fin, en el siglo XXI.

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