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«Spínola es un precursor de la presencia de la Iglesia en los medios»

Entrevista con José Gabriel Vera Beorlegui, director del secretariado de medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Española

el 01 feb 2014 / 21:45 h.

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José Gabriel Vera Beorlegui, director del secretariado de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal Española, durante esta misma semana en Madrid. José Gabriel Vera Beorlegui, director del secretariado de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal Española, durante esta misma semana en Madrid.

La cita es en la madrileña calle Añastro, donde en un edificio moderno de apariencia funcional tiene su sede la Conferencia Episcopal Española (CEE). La institución integrada por los obispos de España celebra el próximo mes de marzo elecciones para elegir presidente. En la cuarta planta del edificio tiene su despacho este sacerdote navarro y periodista, director  del secretariado de Medios de Comunicación.

¿Son los medios de comunicación generalistas un instrumento válido para la Iglesia en su misión de formar rectamente la conciencia de los fieles o, más bien, todo lo contrario? Yo no diría que la misión de la Iglesia es formar la conciencia los fieles, sino más bien la de ayudar al hombre a ser auténticamente hombre a través del testimonio y el ejemplo de Jesucristo. ¿Cómo se hace eso en la vida de la Iglesia? A través de todos los medios posibles; por eso la Iglesia cuenta con medios de comunicación, tiene colegios, hospitales, da catequesis. Esa misión de la Iglesia se realiza a través de medios que son específicamente religiosos, pero también a través de los medios generalistas. Tenemos un modelo de ser humano que queremos transmitir a la sociedad, algo que es legítimo, como otros tienen otros modelos de ser humano. Como parte de la sociedad que somos, la Iglesia tiene el derecho y el deber de aparecer en los medios generalistas con nuestra propuesta de sentido para la humanidad y para todos los hombres. En ese sentido, los medios generalistas no son un problema, no son un peligro, son una oportunidad para la Iglesia.

¿Sobre qué valores deberían sustentarse hoy día los medios de comunicación? Lo fundamental es la dignidad del ser humano, la igual dignidad de todos los seres humanos. Todos tienen el mismo valor objetivo. Esa dignidad no la da la sabiduría, la inteligencia, la riqueza, el poder, la fuerza. Esa dignidad no es un valor extrínseco al individuo, sino que brota de su propio ser en cuanto una persona es ser humano. Vivimos en una sociedad en la que la dignidad de las personas se da en función de su renta per cápita, de su producto interior bruto, de su capacidad intelectual o de jugar a fútbol, y esto es un poco un despropósito. El punto de vista que tiene que adoptar los medios de comunicación es el de los más sencillos, el de los más pobres, el de la gente más humilde. Si adoptan el punto de vista del rico o del poderoso tienden a desenfocar la realidad. Nos hacemos más humanos cuando adoptamos el punto de vista de los más sencillos.

¿Cómo debe afrontar la Iglesia su misión comunicativa a través de los medios de comunicación? Los medios de comunicación son una oportunidad para cumplir la misión de la Iglesia. Las últimas palabras de Jesucristo en la tierra fueron «id por todo el mundo y anunciad la buena noticia», es decir, deja un mandato de comunicación. A partir de ahí todos los medios de comunicación que nos ponen en contacto con las personas son medios valiosos para la Iglesia. A lo largo de la historia, la Iglesia ha utilizado todos los medios de comunicación: los discursos, las cartas, las copias manuales de libros, la reproducción de la Biblia por imprenta, y más recientemente, saliendo en la radio, en televisión, en internet, en las redes sociales…

El Correo de Andalucía celebra desde este fin de semana su 115 aniversario. ¿Qué cree que pudo llevar en 1899 a un obispo de Sevilla, el beato Marcelo Spínola, a crear un periódico? La responsabilidad. En la vida religiosa, en la vida espiritual siempre hay un punto de llamada de Dios, y esa llamada a veces es muy desbordante. De repente Dios te llama a una vida consagrada, religiosa y dentro de ella te pide una misión específica que puede ser, por ejemplo, dedicarte a los pobres o cualquier otra. Son como luces que a uno nunca se le habrían ocurrido. Del trato con Dios suelen brotar las ideas de Dios. Al cardenal Spínola la idea de crear un medio de comunicación a la vista de la sociedad de su tiempo le brota del trato con Dios. Porque si fuera una idea personal suya tendría una historia limitada, como todas las aventuras humanas, pero las aventuras que son de Dios tienden a extenderse en el tiempo. De algún modo, se lo sugirió Dios y de algún modo el cardenal Spínola es un precursor de la presencia de la Iglesia española en los medios de comunicación.

¿Qué vigencia tiene hoy el mensaje del cardenal Spínola? En la Iglesia los mensajes que perduran no son los mensajes de las personas, sino los mensajes de Dios en las personas. El mensaje de Spínola tiene su sentido en un lugar espacio-temporal. Pero, ¿por qué se prolonga en el tiempo? Porque no estaba basado en el beato Spínola, sino en el Evangelio y por eso tiene durabilidad en el tiempo. Hoy, por ejemplo, escuchamos decir al Papa Francisco palabras que podrían ser perfectamente del cardenal Spínola. ¿Son suyas? Seguramente, no. ¿Por qué son parecidas? Porque brotan de la misma fuente. El valor que tiene la enseñanza del cardenal Spínola hoy es porque brota de la fuente del Evangelio. Y en esa medida tiene persistencia en el tiempo.

¿Es posible un periodismo hoy con las claves y mensajes de Marcelo Spínola? Sí, porque el periodismo siempre tiene la misión de unir a las personas con la verdad. Casi todo lo que conocemos las personas es porque nos lo han contado, porque nos fiamos de los que nos lo cuentan. Hoy en día esa misión de una manera importante la tienen los medios de comunicación. ¿Cuál es la clave para un medio de comunicación? Que me acerque a la verdad de las cosas. Cuando me permite conocer la verdad, la confianza en ese medio será fuerte. Si algún día ese medio no me cuenta la verdad, lo dejaré de comprar.

¿Sin independencia económica no hay independencia informativa? Es una cuestión de medios y de fines. El fin de un medio de comunicación es acercar a la gente a la verdad, hacer vigente ese derecho que tienen las personas a conocer y difundir informaciones, derecho recogido en la Constitución pero que también corresponde a la naturaleza humana. Para hacer posible ese fin son necesarios unos medios económicos. El medio económico tiene obligación moral de salir adelante desde el punto de vista económico. Es necesario alcanzar el punto de equilibrio desde el punto de vista económico y financiero para poder seguir cumpliendo la misión en el tiempo. Cuanto más eficaz es un medio en el cumplimiento de su misión más adelante sale desde el punto de vista financiero. Los medios más creíbles son los más sólidos, los que más pervivencia tienen en el tiempo. Todos los medios que surgen en la actualidad, fundamentalmente en el ámbito de la televisión, movidos por el amarillismo y el sensacionalismo, y que no le enseñan al hombre a ser hombre y no le comunican la verdad, sino que procuran puramente entretenerlos, tienen una relación con la cuestión económica mucho más difusa, van a puro beneficio o a sacar dinero. El objetivo de un medio de comunicación no debe ser sacar dinero sino contar la verdad.

¿Qué hay que pedirle a un medio de comunicación para que informe con pluralidad y honestidad? La honestidad y la pluralidad están en los profesionales concretos que viven en ese medio. El medio no es honesto, los que son honestos son las personas. Son los periodistas los que deben plantarse delante de la realidad y condensarla honestamente. En ese recorte de la realidad para que entre en el espacio que tiene en la maqueta es donde se juega su honestidad. Qué es lo que dejo fuera y qué pongo. Un medio de comunicación se la juega en la honestidad de sus periodistas.

¿Y ante la crisis de conciencia, de identidad política y de identidad nacional que hay, qué papel deben jugar los medios? Tienen que hacer que la sociedad sea consciente de la verdad que vive, pero de la verdad completa, no sólo de lo que va mal en una sociedad, sino también de lo que va bien. Los medios de comunicación no pueden dedicarse a apagar luces, sino que tienen que enseñar las luces que están encendidas, porque si no, después de leer un periódico, apareces en un mundo mucho más oscuro. Me acuerdo que había un comunicador de radio que, cuando terminabas de escucharlo, tenías la duda de si existiría país o no cuando salieras a la calle. Luego salías a la calle y el autobús llegaba a la hora, la gente iba a trabajar e incluso sonreía. Al final llegabas a la convicción de que era el comunicador el que tenía un problema, que se dedicaba a apagar cualquier luz que estuviera encendida. Los medios de comunicación tienen que señalar las bombillas que están apagadas, pero también las que están encendidas, porque si no moriremos todos. La idea es hacer un planteamiento positivo y optimista del futuro.

Intuyo a quien hace referencia… (Sonríe) Yo no he dicho nada.

Usted que es periodista… ¿Intuyó por un instante que quien se iba a asomar al balcón del Vaticano era el cardenal Bergoglio? No. Absolutamente no. Todo periodista que diga que lo intuía, miente. Yo estaba en La 1 de TVE en ese momento y cuando se abrió la ventana y se anunció el cardenal Bergoglio, dije «¡vaya!». Era el argentino, pero no estaba entre las biografías que estaban encima de la mesa para poder tirar de ellas.

¿Se está empezando a notar el efecto Francisco en la práctica religiosa en España? No tengo datos. No es fácil cuantificar este efecto, pero sí que hay un comentario generalizado de que cada vez hay más gente posicionada de una manera fría ante la Iglesia que habla bien del Papa Francisco y se inquieta y pregunta por lo que dice. Este interés creciente también se puede ver en los mismos medios de comunicación. El Papa Francisco cada vez que habla sale en los titulares. Esto no pasaba con el Papa Benedicto XVI, que hablaba lo mismo. Realmente el Papa Francisco ha abierto un tiempo en la Iglesia de una presencia mediática muy llamativa y que da que pensar. En la Plaza de San Pedro, en estos primeros meses, se reúnen en sus audiencias todas las semanas unas 60.000 personas. El Papa Juan Pablo II reunía unas 35.000 cada miércoles, y el Papa Benedicto XVI hasta 30.000. Realmente es muy llamativo.

(Puede leer la entrevista completa en la edición impresa de este domingo de El Correo de Andalucía)

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