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Tribunal de mujeres

El Día de las Cruces, 3 de mayo, se lo comió materialmente este año el Domingo de Feria pero, en realidad, la fiesta abrileña se lo había zampado mucho antes, cuando las clases medias accedieron a una caseta particular -la estampa nos la dejó Galerín en un artículo...

el 16 sep 2009 / 02:23 h.

El Día de las Cruces, 3 de mayo, se lo comió materialmente este año el Domingo de Feria pero, en realidad, la fiesta abrileña se lo había zampado mucho antes, cuando las clases medias accedieron a una caseta particular -la estampa nos la dejó Galerín en un artículo de 1935- donde exponer a las niñas casaderas. Con esa novedad dejó de tener sentido el esfuerzo de montar una Cruz en medio de un corral, una plaza o al final de la barreduela y poner a bailar a las mocitas ante la mirada de sus madres, tías y abuelas, sentadas y armadas de almireces, panderos y sonajas con los que acompañar sus voces.

Ya llegó la cruz de mayo / la fiesta de las mujeres / y la que no tenga novio / que espere al año que viene" cantarán este fin de semana en Lebrija, en el bis de las Cruces. Sólo allí permanece ese tribunal. La delegación municipal de cultura, con las letras de sevillanas tradicionales enviadas por los vecinos, ha editado un volumen que añade poco a las que se conocían. El libro, sin embargo, corrobora lo que Gerald Brenan decía en The Literature of the spanish people, que mientras con las viejas coplas inglesas conservadas apenas se podría formar un libro, las españolas pueden llenar miles y miles.

Porque la fiesta no la enjaretan ni la conserva el dinero o el vino sino la memoria. Son las coplas que navegan por los circuitos del cerebro de la gente las que sacan año tras año a la calle los cacharros de cobre y las aspidistras, las que ensartan las flores de papel con tallo de alambre hasta formar una cruz de colores, las que cocinan las habas cochas y preparan las tortas para el aceite, las que mantienen abierto todavía ese juzgado de guardia para pretendientes: la visión memorable que conservo de la alta madrugada de hace ya muchos, muchos años en la plaza lebrijana del Mantillo.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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