Cuando se escuchan tantos mensajes de condena por el atentado de este pasado miércoles en Bilbao en el que ETA hizo estallar una furgoneta cargada con cien kilos de amonal en las puertas del edificio principal de la Radio Televisión vasca, surge una reflexión: ¿Cómo se se le puede pedir a estos criminales que respeten la libertad de expresión si son los mismos aprendices de gudaris que no tienen empacho alguno en pegarle un tiro en la nuca a un vecino suyo por pensar distinto a él?
La bomba que colocaron los terroristas en EITB no buscaba en este caso matar a nadie, sino el puro y simple amedrentamiento de la sociedad por parte de esta banda de matones totalitaristas. La respuesta que ésta debe darles tiene que ser igual de firme que cada vez que cometen una de sus fechorías y sus protagonistas deben acabar adonde han ido a parar tantos de sus compañeros: en la cárcel.
