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Un elenco de actores de lujo

La puesta en escena, de corte naturalista, está al servicio del trabajo actoral. Los intérpretes derrochan maestría y genialidad. La única pega podría ponérsele al ritmo con el que transcurre la obra, que resulta un tanto denso.

el 11 ene 2013 / 19:07 h.

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Nuria Espert se mete en el personaje que ya interpretara la genial Bette Davis.

La Loba ***
Teatro Lope de Vega, del 9 al 13 de diciembre. Autor: Lillian Hellman. Versión: Ernesto Caballero. Compañía: Centro Dramático Nacional. Dirección: Gerardo Vera. Intérpretes: Nuria Espert, Héctor Colomé, Carmen Conesa, Ricardo Joven, Paco Lahoz, Markos Marín, Jeannine Mestre, Víctor Valverde, Ileana Wilson.

Un elenco de lujo y una puesta en escena a su servicio. Es lo que nos propone El Centro Dramático Nacional con este montaje, el último dirigido por Gerardo Vera, quien ha sido sustituido en las tareas de dirección de esa institución por Ernesto Caballero, autor de esta nueva versión.

La obra alcanzó popularidad gracias a su adaptación cinematográfica. En ella, Bette Davis daba vida a la protagonista perfilando a una mujer tan ambiciosa como pérfida y despiadada. Una burguesa sureña con aires de grandeza asfixiada por vivir en una pequeña población del Sur. A través de ella la película refleja los conflictos sociales que generaron los cambios socioeconómicos tras el triunfo del norte en la Guerra de Secesión Americana, unos cambios que instituyeron el sistema capitalista en EE.UU hasta el punto de acabar con la clase social que hasta entonces había sido el estamento dirigente: la aristocracia.

En esta nueva versión, Ernesto Caballero deja todo eso en un segundo plano para centrarse en la denuncia del capitalismo salvaje que ha acabado imperando en nuestra sociedad. Para ello otorga un mayor protagonismo a los hermanos de la protagonista, soberbiamente interpretados por Hëctor Colomé y Ricardo Joven. Con ellos, Caballero confronta la ambición visceral de la protagonista, cuya motivación es conseguir emular la vida de la perdida aristocracia, con la ambición fría y calculada de los hermanos, motivada por la ostentación de poder.

De esta manera, la dramaturgia delimita una historia tan compleja como interesante con la que podemos sentirnos identificados. Tal vez por eso Gerardo Vera se ha decantado por una puesta en escena de corte naturalista que gira en torno al trabajo actoral. Así, aunque la escenografía, del propio Vera, y el vestuario de Franca Squarciarpino resulten fastuosos, y la iluminación y el espacio sonoro de Luis Miguel Cobo sean exquisitos, más que realzar la dramaturgia sirven de apoyo para el lucimiento actoral. Lástima que, a pesar de que todos y cada uno de los actores y las actrices del reparto derrochan maestría y genialidad, el ritmo resulta un tanto denso y la edad que delimitan no acaba de casar con los conflictos que proponen sus personajes.

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