La Expo miró ayer al Índico. El Palenque volvió a servir de ventana abierta para descubrir las peculiares danzas, ritmos y costumbres de pueblos a los que el egocentrismo occidental le reserva un mínimo espacio en la memoria. Sri Lanka tuvo ayer la oportunidad de colocarse en el punto de mira y reivindicar el protagonismo de épocas pasadas en las que fue paso obligado en el comercio europeo con el lejano oriente.