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Un punto que sabe a poco pero que sirve de mucho

El Sevilla frenó su excelente trayectoria liguera con un empate que sabe a poco pero que le permite mantener la diferencia respecto al quinto clasificado. Dos regalos defensivos en la primera parte tuvieron la culpa de que no ganase en La Rosaleda, donde el Málaga nunca fue rival por sí mismo.

el 16 sep 2009 / 00:02 h.

El Sevilla frenó su excelente trayectoria liguera con un empate que sabe a poco pero que le permite mantener la diferencia respecto al quinto clasificado. Dos regalos defensivos en la primera parte tuvieron la culpa de que no ganase en La Rosaleda, donde el Málaga nunca fue rival por sí mismo.

Pocas ocasiones tendrá tan favorables el equipo de Manolo Jiménez para llevarse un partido en este tramo final de temporada como la de ayer. La gran revelación del campeonato decepcionó a propios y extraños con un fútbol rácano donde los haya en el que sólo los clamorosos errores atrás del Sevilla le permitieron salir airoso. Desde el primer minuto hasta el último, el conjunto nervionense fue tremendamente superior, hasta el punto de que pudo ganar el encuentro pese al 2-0 adverso. Pero le faltó tiempo.

Fue tal la imagen que ofreció el Málaga en la primera parte que hasta invitaba a pensar que el Sevilla podría ser capaz de sacar algo positivo de su visita a La Rosaleda. El 2-0 con el que se marchó al descanso fue el castigo a su incomprensible fragilidad defensiva, algo sin duda paradójico teniendo en cuenta que lucha junto al Barcelona por ser el equipo menos goleado de Primera. Pese a ello, su nivel defensivo desaparece a veces por una falta de tensión incomprensible. De no ser por el empuje de los hombres de arriba, como se vio ayer, el Sevilla no estaría ocupando el tercer puesto con tanta solvencia.

La cuestión no es sólo recibir goles, sino la forma en que se reciben. Ayer, el primero nació en un error de Renato al intentar jugar el balón en la frontal de su área que acompaña Mosquera cayéndose al suelo para que Salva marque de remate cruzado. Poco más tarde, otro regalo permite al ex sevillista adelantarse a la zaga y empujar un balón colgado al área por Miguel Ángel. Ver para creer. En poco más de media hora, el Sevilla perdía 2-0.

Exceptuando una jugada que acaba en gol de Squillaci anulada por fuera de juego inexistente y un remate flojo de Romaric a las manos de Goitia, el Sevilla tampoco es que crease mucho peligro en la primera parte. Tuvo la pelota y la jugó bien casi siempre, pero sólo eso. Por lo demás, fue inofensivo.

Todo cambió tras el paso por vestuarios. Jiménez movió ficha, y esto surtió efecto. Retocó su defensa (Mosquera pasó a ocupar el puesto de Escudé, sustituido, y dejó el de lateral a Adriano, que lo hizo muchísimo mejor) y retocó también el centro del campo (primero sacó a Capel y luego a Perotti, pasando Romaric al puesto de pivote junto a Renato). El Sevilla se creció, ganó en capacidad para crear jugadas -los laterales aparecieron- y en desborde. Fernando Navarro estrelló el balón en el larguero, Goitia evitó que Capel marcase... Se mascaba el gol, pero se resistía. Lo hizo hasta que apareció Perotti. Esquivando a tres rivales, el argentino sirvió a Kanouté para que marcase por bajo y metiera el miedo en el cuerpo al Málaga, perdido aún más si cabe tras la expulsión de Calleja por dar una patada a Capel (80'). Adriano aprovechó su marcha para servir el 2-2, obra, con un gran cabezazo, de Luis Fabiano, que luego vio cómo Teixeira le pitaba en el área una falta inexistente. El Sevilla no quería que acabase. Pero faltó tiempo.

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