Un viaje de las favelas al Albaicín

El Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra pretende reurbanizar el barrio de San Miguel e impulsar su actividad social y económica con el Plan Urban.

Calle Arrabal Alcalá de Guadaíra Por Toñi Vargas Una visita por las calles del barrio más antiguo de Alcalá de Guadaíra sirve para diagnosticar la difícil situación socioeconómica por la que atraviesa su gente. A medida que se asciende por la calle Arrabal se tiene la sensación de iniciar un viaje de descenso a los infiernos. A un lado del callejón queda el barranco, un improvisado vertedero de escombros, al otro, casas maltrechas, chozas que se levantan en la ladera más angosta del castillo. José Guillén, presidente de la entidad que representa a los vecinos del barrio de San Miguel, la asociación Tres Arcos, hace de guía para mostrar el extramuros, “aquí vive buena gente en malas condiciones”, se queja. Habla de la falta de contenedores, de papeleras, de iluminación. “Las circunstancias del barrio son horribles. El Ayuntamiento y los Servicios Sociales hasta ahora no han sabido actuar”, dice. En la calle Arrabal vive alrededor de una veintena de familias; en el barrio de San Miguel, unas 300. El desempleo, el absentismo escolar y el nivel de estudios son los indicadores socio-económicos más adversos con los que cuenta el barrio. También la inseguridad ciudadana, aunque dice Guillén que no es tal. Otra de las dificultades es puramente física. Hay una barrera natural que obstaculiza la conexión del barrio con el municipio. Desde el año 2011 hay un proyecto en marcha con el que se pretende cambiar la fisonomía del barrio e impulsar su actividad económica. Esta transformación se sustenta en la búsqueda de la identidad a través del cante flamenco y en el hecho de que gran parte del patrimonio de la ciudad se encuentra aquí. Estas dos claves conforman el denominado Plan Urban, una iniciativa impulsada por el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra, y que cuenta con la cofinanciación de la Unión Europea. “No es un proyecto exclusivo para el barrio sino para el municipio, porque el beneficio es para el conjunto de la ciudad”, explica su director, Víctor Sánchez. Además, hay otras dos zonas que se benefician directamente de este proyecto, como son la barriada de San José-Corachas y zona Centro. “Se pretende unificar las tres zonas en las que se aglutina gran parte del patrimonio de la ciudad en una única pieza territorial que funcione. Es decir, se trata de cohesionar todos los elementos para recuperar el barrio y ponerlo a disposición de la ciudad y que sea más atractiva para los visitantes”, detalla Sánchez. Con el lema Alcalá, historia abierta, se realizarán distintas acciones estructuradas en tres retos. Por un lado, “se pretende conectar espacios para que el barrio sea más abierto y permeable”, dice el director del plan, por lo que se está conectando el barrio a través de las calles San Miguel y San Fernando con la plaza Perejil y la plaza del Duque, foco de la actividad comercial. Para completar este objetivo, cuenta Sánchez que se está trabajando en la reurbanización del Arrabal para conectarlo también con la zona de la Ribera. Se arreglará el pavimento, el sistema de canalizaciones y se instalarán contenedores soterrados. El segundo objetivo consiste en “dotar de equipamientos que favorezcan la convivencia, para ello se prevé construir un centro cívico en la iglesia de San Miguel, lo que ayudará como componente de cohesión social”. También se instalarán equipamientos deportivos e infantiles en Arrabal Sur y se pondrá en marcha un plan de participación vecinal. “Es fundamental crear una dinámica diferente a la que tiene el barrio. Hacer que la gente sea más participativa. El reto es crear una inercia sostenible para que cuando termine el Urban siga funcionando”. Se organizarán mesas temáticas sobre seguridad, empleo, urbanismo y salud. El tercer reto, aclara Sánchez, consiste en generar la actividad económica mediante la integración de los tres aspectos (comercio, turismo y cultura) directamente relacionados con las fortalezas de la zona. Entre otras acciones, se pretende captar la intención de empresas culturales para llevar a cabo iniciativas relacionadas con el castillo y el flamenco. “El Urban intenta que el castillo sea un centro turístico visitable para que genere una actividad empresarial, y esto a su vez, empleo”. También dentro de este tercer objetivo, se pretende ofrecer formación especializada para favorecer la inserción laboral y crear un perfil relacionado con el cuidado del patrimonio. Ya se han puesto en marcha cuatro cursos en los que participan un total de 60 personas desempleadas. Para José Guillén, que lleva poco más de un mes al frente de la asociación Tres Arcos, “este plan no es la panacea”. Dice que “entre los vecinos no hay muchas expectativas porque perdura una sensación de dejadez de años anteriores”. Se lamenta de que “hay situaciones que por más que se denuncian no se oyen. En una de las calles donde ya se han hecho mejoras, León XIII, hay un solar que sirve de vertedero, y a pesar de dar aviso en varias ocasiones no se ha obtenido respuesta”. También dice Guillén que desde la asociación se realizará una labor reivindicativa y, al mismo tiempo, colaboradora con el Ayuntamiento para que el plan funcione porque “necesitamos salir de esta situación”. Muestra cómo algunas calles ya han cambiado de aspecto y cómo los vecinos asisten a este cambio. Indiferentes unos, expectantes, otros. Sólo el tiempo dirá si el Plan Urban fue capaz de trasformar la génesis de esta ciudad en un nuevo Albaicín.

  • 1