Jóvenes al día

Una ayuda que se mide en tiempo revoluciona San Pablo

Mari Carmen García y Daniel Fernández son miembros de una iniciativa llamada Banco del Tiempo, en ella cada uno ofrece lo que puede y recibe lo que necesita, todo esto a través del tiempo que invierten.

el 13 jun 2014 / 08:00 h.

Foto (15827608)Daniel Fernández es un joven informático de 28 años que desde hace algún tiempo ayuda a personas que necesitan familiarizarse con las nuevas tecnologías y la alfabetización digital. Mari Carmen García a sus 71 años también participa ayudando a personas que requieren de sus cualidades, en su caso, realiza acompañamiento de personas que precisan ayuda para realizar acciones básicas y cuidados generales. Todas estas personas tienen algo en común: forman parte de una misma iniciativa conocida como el Banco del Tiempo. El Banco del Tiempo es una iniciativa que consiste en un sistema de ayuda y colaboración mutua entre los miembros de una misma comunidad. Se trata de una ayuda desinteresada y altruista que se centra en el intercambio de conocimientos, habilidades y, en definitiva, las ganas de crear una sociedad mejor con la interacción de todos. Este programa, que depende del Ayuntamiento, se enmarca en el sevillano barrio del Polígono de San Pablo y es coordinado por dos responsables que canalizan esta peculiar forma de ayuda. Sus nombres son Isabel Díaz y Mabel Fernández. Son las encargadas de hacer el registro de las demandas y ofertas de ayuda que cada persona plantea. Estos favores pueden ser planteados en forma de servicios o actividades. La unidad de intercambio siempre es la misma: el tiempo que cada persona invierte y que se acumula para cuando lo necesite. En esta ocasión Daniel ayuda a Mari Carmen a familiarizarse con su teléfono móvil, quiere exportar las fotos desde su terminal hasta el ordenador y no sabe cómo hacerlo. Las monitoras del Banco del Tiempo reciben la petición de Mari Carmen y coinciden en que Daniel es la persona adecuada para hacerlo. Daniel acumulará tiempo para cuando lo necesite: «Normalmente utilizo el tiempo para que cuiden en ocasiones puntuales de mi abuela, que se encuentra impedida. También he demandado transporte cuando he salido fuera de Sevilla». Mari Carmen, en esta ocasión, descontará tiempo de sus horas acumuladas, hoy es ella la que recibe la ayuda. Esta iniciativa surge hace cuatro años, cuando se estudia el impacto que el proyecto podría tener en el barrio del Polígono de San Pablo. El estudio resulta favorable y se decide implantar. Hoy día se trata de un programa ampliamente consolidado no sólo en el barrio, sino también en toda la ciudad. Como asegura Isabel: «En un principio la participación sólo se centraba en vecinos del barrio, ahora tenemos participantes de muchos otros distritos que no sólo lo hacen porque necesitan ayuda, sino porque quieren ayudar y se sienten atraídos por la filosofía del Banco del Tiempo». Que en el barrio están encantados con esta iniciativa no es ningún secreto. Durante las reuniones de seguimiento que hacen cada mes y medio la participación deja de manifiesto la importancia que los vecinos dan a este proyecto. La implicación no sólo por demandar ayuda, sino por ofrecerla, es la tónica general de cada reunión. En esta ocasión y coincidiendo con la jornada de cierre del programa durante este curso, una vecina aficionada a la costura que ha hecho las veces de modista para coger los bajos a un pantalón de algún vecino necesita ayuda porque su fregadero pierde agua. Un fontanero que participa también en el programa irá a su casa a reparar la avería. Mabel e Isabel anotarán la inversión de tiempo que cada uno ha hecho. (En este caso el fontanero sumará y la modista restará tiempo acumulado en su cartera de este banco). Hacen hincapié en que «todos podemos formar parte de este Banco el Tiempo, da igual el sexo, la edad o la condición física que cada persona tenga, todos tenemos algo que ofrecer y todos en algún momento necesitamos recibir algo». El Banco del Tiempo se regula por unas normas básicas que todos los miembros conocen y por un procedimiento básico para realizar los intercambios –que deben pasar bajo la supervisión de las monitoras–. Para participar hay que inscribirse en el Banco del Tiempo, antes se debe realizar una entrevista con una de las agentes del tiempo para registrar sus datos y valorar qué tipo de ayuda puede ofrecer y podría demandar en un momento dado. Para acceder al listado de intercambios existe una página web a disposición de los participantes y también a través de listados en papel a los que tienen acceso en la secretaría del centro.Se trata de ponerlo fácil para que todos los participantes puedan estar informados. De forma trimestral los participantes reciben un boletín con información sobre los nuevos socios, intercambios realizados, un listado con nuevos servicios y la programación de actividades que el Banco del Tiempo tiene planificadas. La interacción entre los miembros es muy importante, es por eso que además de las reuniones periódicas, también realizan excursiones, jornadas y talleres con el fin de que los usuarios puedan conocerse, compartir sus momentos de ocio y usar su cartera de tiempo. Para Mari Carmen participar en este proyecto supone una gran satisfacción: «Me siento muy útil y activa cuando ayudo a alguien que lo puede necesitar». Daniel resalta que la aportación de los jóvenes es también muy importante para esta iniciativa: «Nosotros podemos aportar mucho a los más mayores, pero ellos nos aportan a nosotros mucho más». El Banco del Tiempo «engancha» y así lo manifiestan estos dos colaboradores. Tras años participando y ayudando al resto de usuarios, ambos coinciden en destacar que lejos de encontrarse cansados de la dinámica, cada día se sienten más motivados y felices con lo que hacen. Además resaltan la afluencia de personas que acuden. En la actualidad son más de 200 los usuarios que están dispuestos a ayudar y recibir ayuda si fuera necesario. El Banco del Tiempo, como otras que hemos mostrado, es una iniciativa que pone de manifiesto que con un sistema de ayuda bien engranado un mundo mejor es posible.

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