Cultura

Una deliciosa paradoja

Crítica de la obra Sífisa. Por la compañía Arte Infusa Teatro y protagonizada por Eba Rubio.

el 19 oct 2013 / 21:31 h.

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  • Obra: Sísifa
  • Lugar: CasaLa Teatro.
  • Compañía: Arte Infusa Teatro
  • Texto: David Liebana
  • Dirección: Marga Rodríguez
  • Arreglos musicales: Paulo Medal
  • Intérprete: Eba Rubio
  • Calificación: Cuatro estrellas
  Según la mitología griega Sísifo, rey de Efira, se atrevió a estafar a la muerte, y por ello fue condenado a subir a una colina empujando una pesada piedra que se caía justo antes de llegar a la cima, por lo que tenía que recogerla y volver a subir una y otra vez durante toda la eternidad. Así es como se siente la protagonista de esta obra, una profesional “colegiada”, como a ella misma le gusta definirse, que se pasa la vida limpiando cada día el mismo colegio. Aunque en realidad este argumento no es más que el punto de partida de este singular monólogo cómico que gira en torno a una deliciosa paradoja: una mujer de bajo nivel cultural que nos cuenta sus deseos y frustraciones recurriendo a un mito clásico. Y por si eso fuera poco, su soliloquio está repleto de juegos de palabras y figuras retóricas con la que el autor se ríe de nuestra actual cultura globalizada. Porque no es que la limpiadora pronuncie mal las palabras, sino que éstas no siempre tienen el significado que ella pretende. Aunque eso no le impide dibujar un agudo retrato de nuestra sociedad, una divertidísima sátira contemporánea que, de alguna manera, refleja el perfil de esa mujer trabajadora de clase baja que se ha visto obligada a renunciar a sus sueños para ser el sustento de su familia. El sueño de esta limpiadora es ser cantante de musical, por eso el monólogo está salpicado con una serie de populares temas musicales a los que el autor se ha permitido cambiar la letra para terminar de perfilar al personaje y ahondar en su comicidad. En ese sentido cabe destacar la versatilidad de la actriz, que pasa de cantar con una bonita y afinada voz, a esbozar un momento dramático que, como no podía ser de otra manera, siempre termina en un chiste que coge al público desprevenido. Así, el espectador se pasa la obra esbozando un gesto de admiración que va de la sonrisa a la carcajada. Se trata de toda una lección de interpretación con la que Eba Rubio, una vez más, nos demuestra su vis cómica y un auténtico dominio de las tablas.  

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