Cultura

Una estrella entre bastidores

Teatro Central.  24 de septiembre de 2010. Espectáculo: La gloria de mi madre. Baile:  Asunción Pérez, Choni. Actor: Juanjo Macías. Cante: Alicia Acuña. Guitarra:  Raúl Cantizano. Artista invitado: Manuel Lombo. Coreografía y coordinación artística: Asunción Pérez, Choni. Aforo: Lleno. Calificación: ***

el 25 sep 2010 / 20:22 h.

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Choni Pérez es una bailaora excelente. No aporta nada nuevo a la estética del baile, pero no es una artista más. El reconocimiento le está costando un precio superior al de numerosos intérpretes que figuran en la primera línea de la danza flamenca sin otro merecimiento que el de contar con el padrinazgo que ella, por otra parte, rechaza. Lleva toda su vida entregada a este arte asumiendo los altibajos de una carrera que lo mismo la posiciona en una Bienal de Flamenco, donde se le premia con un Giraldillo, que en el cuerpo de baile de una compañía como la de Eva Yerbabuena, que en un tablao para guiris, donde interpretar cualquier palo se convierte en un suplicio.

Las oportunidades le llegan a cuentagotas y, cuando esto ocurre, incluso invierte su dinero para no defraudar. Sin embargo en La gloria de mi mare, el espectáculo que presentó el pasado viernes en el Teatro Central, ha dejado pasar la ocasión de dar un paso adelante en su carrera, porque con este montaje ha provocado, creo que sin darse cuenta, el anquilosamiento del que tanto huye. Vaya por delante que la obra que estrenó el pasado viernes posee todos los elementos necesarios para conseguir el disfrute del espectador, pero en ella el protagonista no es el flamenco, ni siquiera su creadora, que en el reparto es la actriz secundaria, sino la teatralización. Ahí radica el éxito de la propuesta en lo referente a los aspectos técnicos, y el fracaso de la misma en lo que debería de haber sido el fundamento de la artista.

El baile de Choni está supeditado a la dramaturgia de un guión ideado para levantar de sus asientos al público a golpe de carcajadas. Una función que ejerce el genial actor cómico Juanjo Macías, bordando el papel de típica madre de una artista que, intencionadamente, tiene por nombre Estrella.

Con ese hilo argumental se desarrollan todas las escenas. En cambio, sus intervenciones consiguen al mismo tiempo distraer, cuando no eclipsar, los bailes que Choni interpreta: guajira, con sombrilla; seguiriya, con castañuelas; alegría a dúo con la cantaora Alicia Acuña; zambra descalza y con platillos, emulando a Lola Flores y caña con mantón, la joya del repertorio. Las escobillas que realizó en este palo nos transportaron a otra época.

Estuvo brillante en el braceo, en la colocación de los hombros y de la cabeza, en la cuadratura del compás y en los guiños por bulería a la gran Carmen Amaya. Bailó con mucho gusto, mirando al legado de los maestros de los años treinta, y esa fue la nota predominante de todos los bailes, pero si en lo sucesivo pretende que el espectador capte esas cualidades, tendrá que limar la puesta en escena para no bailar entre los bastidores de un actor inconmensurable como es Juanjo Macías.

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