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Una Feria para tiempos de crisis

el 07 abr 2012 / 19:16 h.

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Earl Calloway será la gran baza ofensiva.
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Pasó la polémica, aunque sus rescoldos todavía humean. Y la Feria es la que hay: un ciclo en el que se echan de menos nombres como los de El Juli, José Tomás y Miguel Ángel Perera y que, más allá del aura brillante de Manzanares o Morante, podría convertirse en la mejor pasarela de lanzamiento para toreros que están a punto de alcanzar a la primera fila si saben aprovechar la ancha oportunidad que se les presenta. Desde esa clase media del escalafón podrían llegar las sorpresas de un ciclo que arranca hoy a las 18.30 y que se gestó a la vez que se recrudecía la famosa guerra catódica que terminó apartando a El Juli después de haber abierto la Puerta del Príncipe en la feria anterior.

Pero la temporada que comienza hoy con Manzanares, Morante y Daniel Luque no puede olvidar la tremenda cumbre escalada por José María Manzanares, oficiante del indulto del famoso toro Arrojado, marcado con el hierro de los Núñez del Cuvillo. Ese fue el hito de la última feria, de mil ferias, y se convirtió en el uno de los capítulos fundamentales de una temporada, la de 2011, en la que se cacareó una quimérica unión de los estamentos del toreo que se ha hecho añicos después de la traumática reconversión del escenario televisivo.

Ya lo saben de sobra: el grupo de toreros aglutinado bajo las siglas G-10 ha introducido nuevos actores -la empresa All Sports Media- en la negociación de los derechos de televisión. El resultado ha sido una guerra fría entre empresarios y toreros en la que se quiere dirimir el verdadero mando sobre la fiesta. Pero hay que volver al inmenso ruedo de Sevilla para ponerle cara a este ciclo que comienza esta misma tarde. Más allá del número de contratos, son Morante y Manzanares las verdaderas bases sobre las que gravita el abono sevillano, que ha mantenido idénticos planteamientos de longitud en el ciclo ferial y ha recortado en novilladas y otros platos secundarios, como el Corpus y la corrida de la Virgen de los Reyes. Hay otros toreros estabilizados en la clase alta como Talavante -el que más interés concita- El Cid -que necesita ser el que fue- o Castella -con demasiados contratos para sus méritos en Sevilla- y un joven paladín, Daniel Luque, obligado a dar el definitivo do de pecho tras demasiados órdagos sin consumar.

Pero la chicha de la feria podría estar en otros carteles. David Mora, Iván Fandiño y Antonio Nazaré encarnan la apuesta más hermosa y tienen todo a favor para romper definitivamente. Le siguen, en otra distancia y con avales por compulsar, toreros como el joven camero Esaú Fernández, el malagueño Jiménez Fortes, el mexicano Diego Silveti o el ya talludo riojano Urdiales, sin dejar de incluir en esta lista a melones sin terminar de calar como Joselito Adame, Javier Castaño o Alberto Aguilar. El resto forma un pelotón que ya mostró hace tiempo sus virtudes y limitaciones.

También hay que hablar de un elenco ganadero equilibrado en el que tienen cabida hierros de matiz torista -Fuente Ymbro, Cuadri, Conde de la Maza, Victorino o Miura- junto a corridas del frondoso árbol de Domecq en buen momento a las que pone la guinda el imprescindible y cotizado hierro de Núñez del Cuvillo.

Tampoco podemos olvidar que esta Feria será la primera que se celebre bajo la tenencia de Javier Benjumea, marqués de Puebla de Cazalla que sucede en el cargo a Alfonso Guajardo-Fajardo, que ha dejado el listón muy alto en el número de logros. A Benjumea le tocará, quizá, afrontar la ansiada reducción del ruedo y la ampliación de las filas de barrera que ha ido quedando en el tintero de la Real Corporación. El tiempo lo dirá.

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