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Una reacción tan prodigiosa no merecía un final tan triste

El Betis pudo volver goleado del Camp Nou, pudo empatar y por momentos pudo hasta ganar, pero al final perdió por un golpe de suerte, el que acompañó a Gudjohnsen en un remate casi involuntario. Los verdiblancos siguen con dos puntos con el Real Madrid y el Villarreal en el horizonte.

el 15 sep 2009 / 15:44 h.

El Betis pudo volver goleado del Camp Nou, pudo empatar y por momentos pudo hasta ganar, pero al final perdió por un golpe de suerte, el que acompañó a Gudjohnsen en un remate casi involuntario. Los verdiblancos siguen con dos puntos con el Real Madrid y el Villarreal en el horizonte. Por lo menos ya son capaces de marcar goles.

"Yo conozco mejor que vosotros cómo están los jugadores", proclamó Paco Chaparro el día antes de viajar a Barcelona para dejar claro que los entrenadores son los más doctos en esta especie de ciencia oculta que debe de ser ahora el fútbol, que al fin y al cabo es un deporte en el que veintidós hombres van detrás de una pelota con la intención de introducirla entre los tres palos de una cosa llamada portería. Es decir, que no se trata de ingeniería aeronáutica.

Bueno, pues el sabio de Triana habló ayer con Mark González para ver si podía jugar, lo colocó en el once titular... y lo cambió a los 40 minutos. Y también hizo titular a Emana, después de reconocer el martes que no está para muchos esfuerzos, y el jugador se lo agradeció con una primera parte en la que tuvo una oportunidad, sí, pero a cambio fue uno menos en el trabajo defensivo, porque correr para atrás, lo que se dice correr para atrás...

Estos despropósitos podrían haber pasado inadvertidos si el Betis hubiese mantenido la seguridad defensiva de las dos anteriores jornadas, pero enfrente no estaban ni el Getafe ni el Sevilla capitidisminuido de Manolo Jiménez.

No, enfrente jugaba un equipo con un talento mayúsculo dirigido por hombres minúsculos (Xavi, Iniesta y Messi) capaces de agrandar el campo hasta unos extremos insoportables para este Betis que aún no sabe quién es.

El Barcelona, con un dominio absoluto del balón y una movilidad enloquecedora, tardó un cuarto de hora en marcar y cinco minutos más en casi sentenciar el partido mientras el Betis corría y corría sin la pelota, o eso hacían Aurelio y Capi para equilibrar lo que no corrían el chileno o el africano.

Luego pudieron apuntillar Messi y Alves, pero Casto primero y Nelson después se interpusieron entre ellos y la red. En la otra punta, Valdés sólo tuvo noticias de Emana en un remate alto. Muy poco, por no decir nada.

Para arreglar el desbarajuste, a Chaparro se le ocurrió reubicar a Fernando Vega como interior izquierdo. Y por supuesto quitó a Emana. La primera decisión podría haberse sumado a la lista de equivocaciones, pero he aquí que el Betis empezó a ser mejor que un Barça demasiado acomodado.

Cómo no se relajaría que la dupla José Mari-Sergio García empezó a provocar auténtico pánico. Y en siete minutos, por arte de magia, Monzón debutó en el Betis marcando un gran gol, José Mari redebutó en el oficio de goleador (dos años después) y el Betis ya había empatado. Sin olvidar que Daudén no quiso ver un penalti no claro, clarísimo a Sergio.

Por momentos pareció que el Betis podría hasta ganar, o como mínimo puntuar porque Mehmet Aurelio, excelso, no dejaba que ningún enemigo inquietase a Casto, pero la suerte tampoco acompaña a los verdiblancos. Eidur Gudjohnsen, tirándose al suelo sólo para evitar que el balón no rebasase la línea de fondo, halló un remate imparable y del susto del Barça se pasó al disgusto del Betis. Otra vez será.

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