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Vuelve el Circo del Sol

Llega ‘Corteo’. Un espectáculo delicioso ambientado en el funeral de un payaso y donde la compañía canadiense vuelve a derrochar magia y talento.

el 31 ago 2011 / 19:45 h.

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¿Cuánto pesa la fantasía? Pues pesa un millón de kilos, nada más que en ferretería. Esa es la masa que empezó a moverse ayer por la mañana en el Charco de la Pava hasta erigir una gran carpa blanca sobre el descampado, gracias a los 80 camiones que llevan y traen por toda España la impedimenta del Circo del Sol . Es su montaje Corteo, que se estrena el miércoles que viene en Sevilla y durará hasta el 16 de octubre, cuando esta empresa canadiense enfile sus tráilers hacia París.

La idea era ir calentando el ambientillo en la prensa a una semana vista invitando a los fotógrafos a presenciar la colocación de los tubos que sustentan la carpa (o Grand Chapiteau, como dicen ellos), trabajo de micos (ouistiti, en francés) porque sólo en estacas tiene aquello para acabar con todos los vampiros de la historia del cine, incluidas las secuelas: 550. Una tarea no apta para lumbálgicos, que continuó durante toda la jornada para que de aquí a seis días esté todo listo y la gente pueda ver las evoluciones de la peculiar troupe circense.

Era la parte prosaica de una fantasía imponente que teóricamente debería haber gozado de un solazo de miedo, acorde al nombre de la empresa y a la fecha elegida, pero a la que el impropio y feroz nublado del último día del agosto sevillano hizo un favor: con ese fondo gris pulmonía se anticipaba el tono deliciosamente triste, nostálgico, íntimo y delicado que impregna los número de Corteo; unas atracciones que, como todas las del Circo del Sol, hacen equilibrio sobre el fino alambre que va de la pura acrobacia a la comedia del arte.

Los precios dan un poco de susto, la verdad, pero si uno se lo toma como una excepción espectacular y luminosa que destruye la negritud de la rutina, y si encima lo compara con lo que vale ir a ciertos partidos de fútbol que acaban en empate a cero, el trago se hace más llevadero: adultos, desde 35 hasta 174 euros; niños, desde 24,5 a 122 euros. Una vez hecho el desembolso, no pensar en él forma parte de la magia. El resto... el resto es asistir al velatorio de un pobre payaso muerto y custodiado por ángeles, cuya historia es recreada a modo de funeral por los miembros de una compañía carnavalesca.

Lo que debiera ser duelo se transforma, con tal planteamiento, en una creciente explosión de alegría, de emociones espléndidas, de comedia mágica. O eso es lo que promete el programa: "A través de una mezcla de lo grande y lo pequeño, lo ridículo y lo trágico, de la magia de la perfección y el encanto de la imperfección, el espectáculo pone de manifiesto la fuerza y la debilidad del payaso, así como su sabiduría y su delicadeza para ilustrar esa porción de humanidad que reside dentro de todos nosotros. La música, lírica y pícara sucesivamente, lleva a Corteo a través de una celebración atemporal en la que la ilusión se burla de la realidad."

La verdad es que es lo menos que se puede pedir, por 174 pavos. Sacarlos del sueldo pueden ser un ejercicio de malabarismo a la altura de las acrobacias, vuelos y volatines de estos magos que hacen soñar en francés.

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