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¿Y a partir de hoy qué?

Zapatero tiene que perfilar ahora las nuevas relaciones con los sindicatos.

el 29 sep 2010 / 20:13 h.

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José Luis Rodríguez Zapatero y María Teresa Fernández de la Vega, en el Congreso.

"La huelga general no se convocó con el objetivo de hacer caer al Gobierno. Depende de él mantenerse o no". La frase es del secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo. Y avanza una pregunta que muchos españoles se hacen ya hoy: ¿Y ahora qué?

Más allá de las grandes (y contradictorias) cifras de la jornada de protesta de ayer -"La huelga general del 29 de septiembre es un éxito de participación y es un éxito democrático de los trabajadores", declaró el secretario general de UGT, Cándido Méndez; frente al calificativo de "jornada desigual" del Gobierno-, la clave radicará en vislumbrar en los próximos días las consecuencias políticas de este paro.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dejó entrevé ya ayer su estrategia: ofreció a los sindicatos convocantes de la huelga -UGT y CCOO- el regreso a la senda del diálogo social. Zapatero utilizó de gancho la negociación de los reglamentos laborales que tienen que desarrollar dicha reforma, aunque también insistió en que no habrá marcha atrás en su nueva política.

Dos años después de la peor crisis económica jamás sufrida en España (y en el resto del mundo) y con una tasa de paro en continuo ascenso, el Ejecutivo socialista optó por aprobar en solitario un nuevo sistema del mercado laboral que recorta derechos a los trabajadores, impone reducciones al gasto público y salariales a los funcionarios, además congela las pensiones a la mayor parte de los pensionistas españoles.

Toda esta sucesión de malas noticias llevó a los sindicatos a convocar una huelga general tras seis años de un idílico entendimiento social, una paz que se mantuvo mientras el líder socialista descartó cualquier reforma laboral que provocara un abaratamiento del despido. Pero todo eso se fue al traste cuando los mercados y la Unión Europea perdieron la confianza en España y obligaron a Zapatero a cambiar de parecer. Y ahí ya obviamente no encontró el respaldo de los sindicatos.

Unos sindicatos que hoy exigen contrapartidas al Gobierno para volver a aquella época de paz y buen entendimiento: la retirada de la reforma laboral y el regreso a una economía de izquierda y progresista. De primeras, el Ejecutivo dice que no.

Ya otros ex presidentes -Felipe González y José María Aznar- en otras huelgas -1988 y 2002- aseguraron que no modificarían ni sus planes de empleo ni su reforma laboral. Pero poco tiempo después aquellos planes y aquellos presidentes desbarataron sus propias propuestas. E incluso cambiaron los miembros del Gabinete.

A menos de dos años para las próximas elecciones generales, con unas encuestas en contra, una economía en crisis y unas cifras de paro en aumento; Rodríguez Zapatero tiene por delante un arduo trabajo. Pero de cómo enfoque este periodo a partir de ahora dependerá que siga gobernando en soledad -o el apoyo del PNV- o con los sindicatos y la izquierda a su lado.

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