Economía

Y sonó la campana

Varios asaltos en un ‘ring' de boxeo con abundancia de golpes bajos

el 21 may 2010 / 23:22 h.

A este lado del cuadrilátero se ven la Iglesia, con ella hemos topado, los altos directivos y ejecutivos de Cajasur, quienes han llevado a su entidad financiera a la pelea que presenciamos, y los sindicatos, vigilantes de los empleados que se quedan y se van. Al otro lado, forzado a un combate al que, quizás, nunca aspiró -son cosas de la política-, Braulio Medel, solo en presencia, tras las cuerdas se intuye a la Junta de Andalucía. El árbitro, que actúa de supervisor, el Banco de España, quien advierte de que con el triunfo de Medel salen ganando todos, y si pierde, Unicaja se queda igual, mientras que las heridas llevarían a la caja cordobesa a quirófano, a saber si después vivirá, aunque troceada y subastada, o morirá.

Los antecedentes parten de la primavera del año pasado, cuando excesos de antaño, que hunden sus raíces en épocas del cura Miguel Castillejo, Cajasur concibe una estrategia para dotarse de liquidez, ante la hemorragia de recursos tras el aumento de la morosidad, principalmente en el crédito a los promotores. De hecho, no había concurso de acreedores (suspensión de pagos) de grandes inmobiliarias que no pillara a la caja, que ya previamente tuvo que purgar sus relaciones con el empresario imputado en el caso Malaya, el famoso Sandokán.

Sin embargo, la sangría de dinero era tan elevada que Fitch rebaja la calificación de sus emisiones de deuda a la categoría de bono basura, la misma que otorgara a Caja Castilla-La Mancha, intervenida poco tiempo después de que la agencia internacional pusiera su nota. Ordena el Banco de España: búscate un aliado que sea fuerte, con cuentas saneadas, y fusiónate.

Dicho y hecho. Encuentra un caballero blanco, Caja Murcia, la negociación arranca, no dio tiempo a prosperar, al negarse la Junta de Andalucía a dejar escapar una caja que está bajo su tutela. Un no que se repite con otras aliadas de la cordobesa, Caja Círculo y Caja Inmaculada, fundadas como Cajasur por la Iglesia. Ninguna, por lo demás, cumplía los requisitos financieros para soportar el agujero cordobés, aunque estaba todavía sin cuantificar.

Perdido este primer asalto, el segundo arranca cuando se invita a Unicaja, la única regional con recursos holgados, a acudir al rescate. No había otra alternativa, y si lo dejó claro el Ejecutivo de José Antonio Griñán, más claro aún lo tenía el organismo supervisor que gobierna Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien, por otro lado, le debía una a Unicaja por haberle frustrado la absorción de la entidad castellano-manchega.

Pero el Cabildo de Córdoba no estaba dispuesto a entregar gratis su caja. Pone la mano para recibir compensaciones (inmuebles, dinero para su fundación y poder para nombrar altos cargos en los órganos de la futura Unicajasur) y las negociaciones saltan por los aires.

Sólo la amenaza del Banco de España -serás intervenida, no tienes otra salida- y la mediación de la Junta de Andalucía salvaron la operación. El asalto queda en tablas, con un pacto de fusión que otorga a la caja de la Iglesia una sede operativa que gestionaría el negocio oriental, dos consejeros, una vicepresidencia con carácter ejecutivo y una fundación nutrida con ocho millones de euros de asignación -fuera cual fuera el beneficio anual de la entidad- que desplegaría con independencia la Obra Social.

Sosiego en el ring, la oposición política calmada, inusual en ella -era consciente de la extrema gravedad de Cajasur-, y la Junta de Andalucía que reforma la ley de cajas regional para adaptarla a los pactos de Braulio Medel y el presidente de la entidad en liza, Santiago Gómez Sierra, quienes además se profesan la más absoluta de las antipatías. Menos mal que el segundo anunciaba que no estaría en los años del periodo transitorio de la fusión...

Con el cambio legal, que trajo consigo la eliminación de los privilegios eclesiásticos -la llamada singularidad-, se desencadena el tercer asalto, cuando los curas cajeros entran en cólera, aunque su arrebato los dejaría en evidencia, no había vuelta atrás, perdido el intento. En su desesperación, esgrimió los 1.224 despidos recogidos en el plan de negocios. Cuarto asalto. Pero los 596 millones de euros de pérdidas previstos para 2009 eran lo suficientemente elocuentes como para que Mafo no permitiera más dilaciones. O vas por buen camino, o intervención.

A partir de ahí, Unicaja toma las riendas y, en la práctica, controla todos los pasos de Cajasur, con roces y roces permanentes y llamadas amenazantes del Banco de España. Estalla la cuestión laboral, la operación hace aguas, el combate se trata de cerrar el falso. ¿Queda un asalto final?

¿Es posible que Cajasur camine sola? De entrada, Cajasur no puede caminar sola y está abocada a la intervención por parte del Banco de España. No en vano, está operando desde el pasado ejercicio por debajo de los niveles mínimos de solvencia que requiere el supervisor y si éste no ha actuado ya, ha sido porque ve factible la alternativa de la fusión con Unicaja, una de las pocas en España con posibilidad de digerir la operación, y prefiere ésta antes que proceder como lo hizo con Caja Castilla-La Mancha, intervenida desde hace más de un año.

¿Cuáles son sus números? Si la caja de ahorros cordobesa siguiera por su cuenta y riesgo, tendría problemas para afrontar sus compromisos financieros (pago de emisiones de deuda) y con sus propios clientes. En 2009 cerró con 596 millones de euros en pérdidas y en el primer trimestre de 2010 se estiman en más de cien millones, aunque en la entidad aseveran que la liquidez a 30 de abril era de 1.153 millones. No son pocos los que consideran que, debido a estas cuentas, sus gestores deberían asumir responsabilidades, al igual que en el caso de la intervenida CCM.

¿Por qué no hay acuerdo laboral? Cajasur está entre las cajas de ahorros españolas con menor productividad. Es decir, sobran personal y oficinas, e incluso fuentes financieras y sindicales reconocen que su nómina de directivos creció artificialmente tanto en la etapa de la presidencia de Castillejo como en la actual de Gómez Sierra. El plan de negocio contemplaba inicialmente la necesidad de desprenderse de 1.224 trabajadores, de ellos 988 en Cajasur y el resto, en Unicaja -esta última ya está cumpliendo sus deberes-. Esa cifra se rebajó a 700, pero sin la garantía de que el excedente se hiciera con medidas no traumáticas -es decir, que no hubiera un ERE extintivo-.

¿Por qué hay división sindical? En la negociación laboral participan cinco sindicatos: CCOO, Aspromonte, UGT, Csica y Secar. Aspromonte, que surgió en tiempos de Miguel Castillejo, es mayoritario en Cajasur y cercano a la Iglesia y está crecido tras la movilización del lunes, no acepta el ajuste de plantilla e incluso considera que ésta quedaría salvada si la caja es intervenida por el Banco de España.

 

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