Pablo Chaves: sobresaliente de Antonio Ordóñez...

El veterano hermano soleano llevó la manigueta delantera izquierda del paso de la Virgen de la Soledad durante un cuarto de siglo supliendo la ausencia del gran maestro de Ronda

15 mar 2023 / 09:25 h - Actualizado: 15 mar 2023 / 09:30 h.
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  • El histórico cofrade de la Soledad delante de un azulejo de la dolorosa del Sábado Santo. Foto: Rodríguez de la Vega
    El histórico cofrade de la Soledad delante de un azulejo de la dolorosa del Sábado Santo. Foto: Rodríguez de la Vega

La manigueta delantera derecha del paso de la Virgen de la Soledad es una suerte de propiedad particular. La tienen concedida a perpetuidad los herederos del pintor Santiago Martínez, diseñador de ese paso de oro, luz y azucenas que caracteriza a la corporación del Sábado Santo desde 1951. Fue la mejor manera de pagar una creación que se sumaba al momento febril de la cofradía del barrio de San Lorenzo, que adoptaba sus definitivas claves de identidad gracias al concurso de personas providenciales entre las que descollaba, en aquellos años, la figura de Antonio Petit.

Las fechas coinciden... En 1951 también iba a tomar la alternativa un novillero de Ronda, afincado en Sevilla, que estaba destinado a convertirse en un paradigma de clasicismo, en torero de toreros. Las viejas fotografías recogen al torero, muy jovencito, entregando un vestido blanco en presencia del propio Petit en la bisagra década de los 50. Seguramente, aún no había alcanzado ese doctorado madrileño pero ya estaba bendecido para ser el torero histórico que inscribió su nombre con letras de oro en la historia de la Tauromaquia. No fue ni el primero ni el último obsequio de la familia para aquella Virgen a la que rezaron los cinco hermanos toreros –Cayetano, Juan, Antonio, Pepe y Alfonso– y que ya había recibido el fervor de Gabriela Ortega y su hijo José, el gran Joselito.

Pablo Chaves: sobresaliente de Antonio Ordóñez...
Antonio Ordóñez ofrenda un traje de luces a la hermandad de la Soledad en presencia de Antonio Petit.

Los Urquijos del 67: Heliotropo y oro

Ordóñez encargó la toca sobremanto –ahora casi en desuso– con la que Paco Ponce ataviaba a la dolorosa de San Lorenzo con aires macarenos. Pero si hay una prenda emblemática que resume por sí sola la intensa relación devocional del genial rondeño con la dolorosa de San Lorenzo es la saya heliotropo que le regaló a raíz de su triunfal reaparición en la plaza de la Maestranza. Aquel suceso cerraba un lustro de ausencia y algunas diferencias con Diodoro Canorea que quedaron despejadas después de cuajar por todo lo alto dos toros de Urquijo el 22 de abril de 1967. Le sacaron a hombros por la Puerta del Príncipe en un tiempo en el que el privilegio sólo dependía del entusiasmo y no entendía de números. A los pocos días iba a entregar aquel traje de color heliotropo a la cofradía de la Soledad, que realizó la saya que suele servir para estrenar los días de Pascua Florida.

Dos años después llegaría el puñal de oro, encargado por el genial rondeño en la joyería Aldao de Madrid certificando un fervor que nunca fue interrumpido. El tiempo le llevó a empuñar una vara dorada al otro lado del río pero su devoción primera, la más íntima, siempre fue la Soledad. La enfermedad ya había marcado el rostro del maestro cuando recibió la medalla conmemorativa de sus 50 años de pertenencia a la corporación soleana en septiembre de 1997. Aquel día aún contribuyó a sufragar el terciopelo de los nuevos faldones del paso que iba a bordar Charo Bernardino. El maestro de Ronda falleció el 19 de diciembre del año siguiente.

Pablo Chaves: sobresaliente de Antonio Ordóñez...
Antonio Ordóñez, con antifaz de terciopelo de maniguetero de la Soledad antes de la salida de la cofradía.

Un encargo irrenunciable

Ordóñez salía en los primeros 50 como maniguetero de la Virgen de la Soledad con el antifaz de terciopelo negro que entonces distinguía a esos nazarenos privilegiados. Con la mudanza de la cofradía desde el Viernes al Sábado Santo en aras de los nuevos postulados litúrgicos empezaron a espaciarse sus participaciones en la salida, dependiendo de los compromisos que hubiera podido contraer para torear el Domingo de Resurrección. Pero la cofradía siempre le guardó ese hueco. Ya estaban bien entrados los 70 cuando Pepe Rueda Carrión, otro soleano imprescindible para entender la actual pujanza de la Hermandad, mostró su inquietud por reservar la manigueta delantera izquierda hasta última hora por si había algún hermano pata negra, como Ordóñez, que deseara salir en la cofradía aunque fuera en el último instante.

Pablo Chaves, histórico de la hermandad y miembro destacado de su comisión de Caridad, era entonces un joven y activo soleano –había debutado muy joven como diputado auxiliar de Hacienda- que se encontraba cerca del núcleo duro de la corporación de San Lorenzo. “En 1977 nos encontrábamos en una finquita que tenían los Rueda cerca de Mairena; estaban don José (de Rueda), su hijo Pepe, Enrique Macías y yo en un saloncito hablando de las cosas de la hermandad y se puso sobre la mesa el asunto de las maniguetas...” Don José de Rueda, que siempre andaba dándole vueltas al magín, expuso la necesidad de contar con un hermano de confianza para tener reservado ese puesto. “Hay que poner alguien de máxima confianza al que no le importe, aunque sea cinco minutos antes de salir, quedarse fuera”, explicó el histórico hermano mayor a los presentes en aquella tertulia. El recordado Enrique Macías, fundamental diputado mayor de gobierno de aquellos años, preguntó al hermano mayor quién podría ser ese nazareno... “Que sea Pablo, sentenció don José”. Y Pablo Chaves quedó ungido para esa responsabilidad que duró 25 años...y un poquito más.

“Para mí fue una alegría, estaba asombrado”, rememora Chaves, que se rascó el bolsillo –mil duros de entonces- firmando un sobre en la sacristía de la capilla como compromiso de su nueva responsabilidad. “En mi papeleta de sitio nunca puso manigueta sino que rezaba que me encontraba a disposición del diputado mayor de gobierno” evoca el veterano hermano de la Soledad recordando que en esos años el maestro de Ronda sólo se presentó en dos ocasiones a ocupar ese puesto reservado. “Cuando llegaban las dos del mediodía y se cerraba la iglesia para organizar la cofradía pensaba que me había librado de soltar la manigueta un año más pero un año apareció a la una y media anunciando que salía...tocaba abrazar la cruz de nuevo”.

El primer año, con los nervios, ni siquiera acertaba a ponerse los guantes, privativos de los manigueteros en la cofradía de la Soledad. Pasaron 25 y los sucesivos hermanos mayores y diputados de gobierno fueron respetando aquel peculiar privilegio. Ordóñez había fallecido en el 98 pero Pablo Chaves aún siguió en su manigueta algunos años más antes de que se pensara en rotar el puesto para dar oportunidad a otros hermanos. Hubo un epílogo inesperado a esa larga y gozosa suplencia tan cerca, cerquísima de la Virgen de la Soledad. La cofradía había buscado refugio en la iglesia de la Anunciación en el lluvioso Sábado Santo de 2008 y el maniguetero titular -era el número uno de la corporación- se sintió indispuesto. “Fernando Benot, el diputado mayor, me ofreció llevarla de vuelta hasta San Lorenzo; ese medio recorrido fue la última vez...”