¿Es fiable la ITV para saber si un coche está en buen estado?

Aunque la ITV garantiza un mínimo de salud mecánica en el vehículo, no es infalible y hay fallos graves que pueden pasar desapercibidos en la inspección técnica

Mario Garcés mgarces83 /
11 jul 2020 / 13:18 h - Actualizado: 11 jul 2020 / 13:19 h.
"Motor"
  • Foto: RVSA
    Foto: RVSA

Parece que existiera una creencia popular de que la ITV es una garantía de seguridad que nos protege a los conductores de aquellos propietarios irresponsables que no cumplen con un mantenimiento mínimo de su vehículo y circulan con auténticas «bombas de relojería» por la carretera. Pero no es verdad. O, al menos, no es del todo cierto. La Inspección Técnica de Vehículos es un trámite legal, medianamente exhaustivo pero ni mucho menos infalible, en el que algunos elementos escapan de la revisión adecuada o, peor aún, son permitidos porque cumplen ciertos requisitos que no se ajustan a lo que sería prudente autorizar.

Empezando por la primera fase, cuando un vehículo es sometido a la prueba de gases, se evalúa la calidad de la combustión que tiene lugar dentro de los cilindros del motor, así como el estado de los sistemas que retienen o transforman los productos tóxicos de esta combustión en otros menos nocivos. Por ejemplo, si un catalizador está dañado, será posible detectarlo gracias a la concentración de monóxido de carbono a la salida del tubo de escape. En los vehículos diésel también se mide la opacidad, que es una forma de saber si se están filtrando suficientemente bien las partículas de carbono que se producen dentro del motor, y si no hay un exceso de estas por un problema de combustión. Aun así, es posible «engañar» a estos dispositivos y circular con un vehículo cuyo motor no quema adecuadamente el carburante, situación en especial detectable en los coches diésel que van expulsando humo negro cada vez que aceleran, y que puede deberse a que un inyector está en mal estado o hay una toma de aire en la admisión. El vehículo puede tener la ITV aprobada, pero no debería circular así.

En la prueba de luces, además de comprobar que no haya ninguna lámpara fundida se comprueba el reglaje en altura de los faros para evitar que estos produzcan deslumbramientos a los coches que vienen de frente o que circulan por delante. Sin embargo, es posible que las tulipas, en especial en los coches producidos a partir del año 2000 aproximadamente, en los que ya se usa material plástico en lugar de cristal, estén totalmente opacas por efecto del sol y hayan restado mucha potencia de iluminación a los faros. Nuevamente, se podrá pasar la inspección, pero es totalmente desaconsejable circular con las luces en ese estado.

Continuamos con la revisión de los neumáticos y es aquí donde se produce uno de los errores más flagrantes que se permiten en las inspecciones técnicas. El técnico comprueba que las ruedas sean del mismo modelo en cada eje, que no presenten cortes ni daños en la carcasa, que cumplan con el mínimo legal de profundidad en la huella de la banda de rodadura y que las dimensiones, código de velocidad y de carga estén en concordancia con los datos homologados en la ficha técnica. Pero no ponen ningún reparo a dejar pasar neumáticos cuya fecha de fabricación es, a todas luces, un claro indicador de que se encuentra envejecidas y son totalmente inadecuadas para circular con seguridad. El caucho de los neumáticos se endurece de forma natural y pierde sus cualidades elásticas, además de sufrir microgrietas. Es posible que su aspecto sea bueno porque apenas presenten desgaste en coches con muy poco uso, pero cuando superan cierta antigüedad (por encima de cuatro o cinco años, si el coche duerme en garaje, y menos aún si duerme en la calle), comienza a ser aconsejable sustituirlos por seguridad. Ni digamos lo que ocurre con ruedas con más de diez años, totalmente endurecidas e incapaces de garantizar el agarre en cuanto caen dos gotas sobre el asfalto.

La prueba de frenos es fiable y suficientemente exhaustiva como para no dejar pasar un defecto grave de frenada, como puede ser una descompensación importante entre la fuerza de frenado de un lado y del otro que podría conllevar una desestabilización del vehículo en una frenada de emergencia.

En el siguiente paso, ya casi al final de la calle de inspección de la estación de ITV, someten al vehículo a una pequeña paliza en una especie de «potro de tortura» que sirve para revisar el estado de los silent-blocs, las rótulas, las transmisiones, la dirección y otros elementos del chasis que están sometidos a desgaste. En esta prueba en la que piden al conductor que mueva el volante con rapidez, es donde se detectan una mayor proporción de fallos graves que pueden suponer un peligro potencial en caso de rotura, y la labor de la ITV es crucial en este aspecto. Sin embargo, las estaciones de inspección no hacen un examen de estado a los amortiguadores, y si lo hacen, no es completamente fiable, porque para conocer realmente el desgaste de un amortiguador hay que desmontarlo y colocarlo en un banco de pruebas. Por ello, es fácil superar una ITV favorable y tener, paradójicamente, los amortiguadores completamente gastados, en cuyo caso el efecto de estos es prácticamente nulo porque dejan de absorber energía para mantener bajo control los movimientos de la carrocería.

Por estas y otras razones, aunque nos fiemos de la ITV y pensemos que nuestro vehículo sigue estando en perfecto estado al recibir la pegatina que garantiza durante al menos un año que no tendremos que volver a pagar la tasa correspondiente, lo cierto es que no hay que tener confianza ciega. Hay que ser prudente, acudir a un especialista si no se tienen los conocimientos necesarios para valorar el desgaste de ciertos componentes mecánicos y, sobre todo, ante la duda, sustituir aquello de lo que depende la integridad física de quienes viajan dentro del coche, que suelen ser nuestros familiares más queridos. ¿Por 400 euros de unos amortiguadores, merece la pena jugarse el tipo?