Los medios y los días

El mejor ficus, el ficus muerto

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18 ago 2022 / 06:33 h - Actualizado: 17 ago 2022 / 09:35 h.
"Los medios y los días"
  • El mejor ficus, el ficus muerto

Ni pasaba por mi cabeza que fueran a llegar tan lejos el ayuntamiento, representantes trianeros y la parroquia de San Jacinto. Van a talar un árbol que si hablara nos contaría muchas cosas y que tiene derecho a la vida. Una mezcla de indignación, comprensión y tristeza sentí cuando este diario informaba de la desgracia e informaba muy bien, recogiendo todas las posturas de las fuentes en litigio y dejando a cada cual que opinara. Pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre y esta mentalidad que pulula no sólo por Triana sino por Sevilla y provincia de considerar que el mejor árbol es el árbol cortado y que hay que prescindir de árboles en muchas urbanizaciones y casas adosadas para colocar macetas, losetas y azulejos es una barbaridad y un mundo al revés: donde se necesitan más árboles por el calor y la belleza, se cortan. En el norte, donde se necesitan menos, abundan.

Abundan, pero ya sabemos que la mala sangre se ha apoderado de España y otros países y el terrorismo ecológico está envolviendo en llamas a España, Francia, Portugal... Hay que tener mala sangre para eso. Y, salvando las distancias, por supuesto, en Triana, y a pequeña escala, sin tener nada que ver con el terrorismo ecológico, hay quien desea sumarse a la dinámica. En este caso es un desprecio por la historia natural y por el patrimonio sevillano, un sumarse al rechazo por el árbol cuando más lo necesitamos. Cien años para un ficus son pocos años.

Si las familias de las personas que han sido dañadas por el ficus al que van a matar me están leyendo estarán pensando de mí sapos y culebras. Lo comprendo y siento mucho el percance de sus familiares. Pero estoy seguro de que el árbol tiene arreglo. No es un árbol solamente, es un ser vivo que habita en la Tierra desde mucho antes que nosotros. No tenemos derechos sobre él, si pudiera defenderse, él los tendría sobre nosotros. ¿Estamos ante un conjunto de intereses?, ¿los políticos que no se quieren arriesgar a que una rama mate a una persona y le cuesten votos y el párroco que teme perder clientela para el cepillo por culpa del ficus y el miedo del personal a entrar en el templo?

Ahora es el ficus de nuevo, pero yo he vivido más de veinte años en Triana y me he enterado del deseo de ciertos vecinos para que corten los árboles de la calle San Jacinto, esa maravilla de paisaje urbano en la que unos seres se abrazan entre sí desde una acera a otra buscando los rayos del sol y ante esos rayos inclinan sus copas y se besan. Y he visto cómo en la casa de pisos donde habitada, los vecinos han votado cortar los naranjos que rodeaban y ornamentaban el bonito patio comunal, regalándole su sombra. Barbaridad tras barbaridad. Ahora es un patio invadido por el sol y el calor.

«La vida de una persona está por delante de la vida de un árbol», como ha señalado Joaquín Cortés, miembro de la asociación Triana Norte. Populista frase a la que todos damos la razón, maravillosa filosofía que está destruyendo a las selvas más grandes del mundo porque en ellas las vidas de muchos parias dependen de la tala de árboles para sembrar por ejemplo soja y que los acomodados ciudadanos de Occidente podamos seguir guardando la línea con nuestra comida sana.

Muy bien, hay muchos más ficus en Sevilla, en los Jardines de Murillo una profesora italiana muy amiga ha elegido uno y se sienta a sus pies cuando viene a Sevilla para rendirle homenaje. Es su árbol y me dice: “Sevilla es mágica”, cuando ella viene de Florencia que es tanto o más mágica que Sevilla. Venga, a por el ficus de San Jacinto, sin piedad, luego llegarán otros, los que hagan falta, porque ahora resulta que no hay recursos para asegurar a un ser que, según San Francisco, también es un hijo de Dios, como los animales, algo en lo que el párroco de San Jacinto disiente o eso parece por sus declaraciones. La cultura céltica aún mantiene firmes huellas en el norte de España y otros países, el árbol, como el tejo, por ejemplo, es un símbolo sagrado. Aquí es un puñetero estorbo al que hay que segarle la vida.

Todo es cuestión de ver esa vida desde la miopía inmediata o desde la perspectiva histórica. ¿Y si se le cayera una rama a otra persona o a una de mi familia y la matara? Aquí no se trata de curar sino de prevenir para no tener que llorar como yo lo haría sin duda si me toca esa desgracia de la que yo mismo puedo ser víctima, como puedo ser víctima de cualquier otro percance, la vida es riesgo, la diferencia es que nosotros podemos combatir ese riesgo con muchas probabilidades de acertar.