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En mis pellizcos mando yo

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
27 sep 2019 / 11:50 h - Actualizado: 27 sep 2019 / 11:52 h.
"La Gazapera"
  • En mis pellizcos mando yo

Hay siempre un interesante debate sobre quiénes pellizcan más en el cante, si los gitanos o los gachés. Para centrarnos, cantaores de pellizco fueron Manuel Torres, Caracol, Terremoto o Camarón. Son los que salen a la palestra siempre que se habla de este asunto. Pero, ¿tenían pellizco otros cantaores, gachés, como Chacón, Vallejo, Marchena o Valderrama? Según los gitanos, no. Ni siquiera los consideran flamencos, algo muy curioso. Como no consideran que una malagueña o una guajira sean cantes flamencos. Bueno, la malagueña de El Mellizo, sí, porque este cantaor era un gitano matarife de Cádiz. Las de El Canario o La Peñaranda eran verdiales paraos.

No se crean que el debate es algo nuevo, no. En el siglo XIX ya existían estas discusiones entre flamencos de variado pelaje. En Cádiz hubo un contencioso judicial porque el dueño de un café cantante contrató un cuadro de cante gitano y se lo llevaron flamenco. Hasta se mataban en las tabernas. Hace más de cien años mataron en una taberna del centro de Sevilla, al lado de la Plaza de la Encarnación, al cantaor El Cojillo Vázquez, por una discusión de cante. Y años más tarde, en 1909, al bailaor gaditano Francisco Ortega Feria, Paquiro, el hermano de Gabriela Ortega, la madre de Joselito el Gallo. Estaban en una taberna de la calle Relator, cerca de la Alameda, discutieron sobre el pellizco en el cante y el cantaor Larita le pegó una puñalada que lo mandó al Hospital Central, donde murió días más tarde.

O sea, que lo del pellizco en el cante jondo es un asunto serio. Manuel Centeno, el gran cantaor sevillano de la calle Doncellas, tenía una voz de tenor y solían decirle que no tenía pellizco, ni duende. Cansado del asunto, se fue a una imprenta y se hizo unas tarjetas de visita muy curiosas: “Manuel Jiménez Centeno, cantaor fino pero sin duende”. Como no dejaban de meterse con él, se hizo otra: “Manuel Jiménez Centeno, cantador de flamenco. Ni Rey, ni Papa, ni Emperador, ni poeta, ni mi voz suena a ningún metal. Solo tengo voz de hombre”. ¿Había o no había arte en Centeno, que además de cantaor fue torero?

Cuando le preguntaron a Chacón las tres cosas que hacían falta para ser un buen cantaor, dijo que tres: “Voz, voz y oz”. Nó dijo qué tipo de voz. En el cante hay varios tipos: voz afillá, voz laína, voz de falsete, voz redonda o voz natural. La afillá es una voz bronca, como la de Caracol o Juan Talega. La laína, aguda, como las de Manuel Vallejo o Antonio Molina. La redonda, una voz fácil y bien timbrada, como la de Tomás Pavón. Y la natural, como las de Manuel Torres o Antonio Mairena. Luego las hay nasales, como las de Agujetas y Chocolate. Bonitas, como la de Valderrama, o salobres como las de Matrona. Por último, melosas como la de Pepe Pinto, y de falsete como la de Marchena.

¿Quién decidió qué voces tenían pellizco y qué voces no? ¿Y cuándo? Ni se sabe. Lo cierto es que el debate tiene dos siglos y que siguen las peleas en las tabernas de toda Andalucía. Incluso de Ávila. Hace unos años casi llegan a las manos dos abulenses que discutieron sobre si Miguel Poveda tenía más pellizco que El Pele. ¿No les parece algo absurdo? El pellizco no es un cuento, pero sí es algo muy subjetivo. A mí me puede pellizcar más el Perrate de Utrera que Antonio Mairena, y los dos eran grandes gitanos. Pero también me pellizcan el cante de Marchena y Valderrama. En mis pellizcos mando yo.