Los medios y los días

Entre todos nos matamos

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23 ene 2021 / 04:00 h - Actualizado: 23 ene 2021 / 04:00 h.
"Sanidad","Ejército","Política","Los medios y los días","Marketing"
  • Congreso de los Diputados. / EFE
    Congreso de los Diputados. / EFE

No hace falta guerra civil ni que fusilen a veintitantos millones de personas, aquí entre todos nos matamos y nosotros solitos nos morimos. El ejército de virus del país Coivid-19 (parece un nombre de ciencia ficción) se basta para derrotar al ejército nacional y al republicano juntos. La división interna que hay en ambos, los disparates y la irresponsabilidad de los soldados de ambos bandos le abren el camino al virus como la anarquía visigoda se la abrió al islam en el año 711 cuando la toma de la península fue casi un paseo para los del califato de oriente.

No hay que fiarse de la gente que habla bajito y educadamente, yo no me fío ni de Illa ni de Baiden porque ya los he sufrido en mi mundo cotidiano, son esos tipos que te dicen palabras muy bonitas y correctas cuando hablas con ellos y te despiden con una sonrisa y un golpecito de cariño en la espalda y ya no hubo más. Es decir, eso es un político, según el marketing que es una engañifa creada para elevar a la hipocresía a un nivel de presunto rigor. Sin embargo, a mí lo que me interesa son los hechos y los hechos me indican que el ministro de sanidad podrá engañar a los catalanes y a los posmodernos -es un perfil exacto de esa cultura- pero no a mí porque el tío es un vulgar seguidor de Maquiavelo. Para él, que por fin ya parece que se va del ministerio, el fin de ganar votos en Cataluña justifica los medios y se va a la cama todas las noches con más de cuatrocientos muertos a sus espaldas y lo hace una y otra noche y al día siguiente sigue hablando bajito y con moderación. Es el rostro impenetrable, este hombre o es un pelele de otros o es en efecto un Maquiavelo que necesita miles de daños colaterales para lograr sus fines. ¿Cuáles son? ¿Evitar que Cataluña se separe de España, aliándose con ERC para convencerlos de que ni para ti ni para mí o estimular la independencia?

La coyuntura española, antes de la pandemia y con la pandemia mucho más, hace tiempo que precisa como el comer una clase política madura, con las ideas claras y firmes, con mentalidad fuerte y disciplina interna y, por qué no decirlo, mano dura en determinados casos. Hace falta jerarquía, mando y carisma. ¿Por qué? Perdonen que generalice, pero hemos demostrado nuestro infantilismo -bueno, peor, los niños se portan mejor en los colegios-, nuestra falta de responsabilidad, de cultura social, hemos demostrado que Hobbes tiene razón con eso del hombre lobo para el hombre y habrá que pedir perdón al lobo que es el animal no racional más inteligente que existe.

Se han unido el hambre con las ganas de comer, una clase política gobernante incompetente y débil mental pero lista para desarrollar su egoísmo destructivo y pueril con un pueblo que se cree más chulo que un ocho, que eso de enfermar siempre es cosa del otro y una exageración. Este año, por el momento, en lugar de ser mejor que 2020 por ahora está resultando peor y esta situación no llega sola, la hemos traído nosotros. La sociedad se siente empoderada en un mundo falso que empodera falsamente a la gente diciéndole continuamente que es muy guapa y muy fuerte y que vive en democracia y que uno puede por sí mismo ser feliz, que le coloca delante modelos a seguir extraídos de los comics o del segmento social más ignorante, chorradas y más chorradas procedentes de una cultura consumista que tapa la realidad de nuestra escasa autoestima con papel celofán. Hay en el país una sensación de caos evidente sin nadie que coloque las cosas medianamente en su lugar.

No hablo a toro pasado, desde aquí dije que diciembre debería haberse cerrado entero en el puente y reclusión navideña en casa, sacrificar las Navidades de 2020 para celebrarlas por partida doble este año y el que viene. Pero los hechos han sido similares a esos padres que desean tanto el aprobado y el apoyo de sus hijos que los dejan jugar hasta con pistolas cargadas. Y, claro, las pistolas se han disparado. Ahora a esperar que pase la tormenta.