Cuando termina un año difícil nos aliviamos porque empieza otro que será mejor, nos aferramos a esa esperanza que es el año nuevo. Nos proponemos algunas cosas que podemos cumplir y otras que no, pero hacemos el intento. Hacemos la lista.
En lo más íntimo, un minuto secreto antes del brindis, pedimos nuestros deseos, pensamos en alguien, queremos algo, soñamos doce latidos.
Pero volvamos a la lista. Haremos dieta y yoga, beberemos más agua y menos vino, cuidaremos nuestra salud. Dedicaremos más tiempo a cada uno sabe quién o qué. Dejaremos lo que nos hace mal. No repetiremos. Dormiremos mejor, más horas, menos horas o a las horas de dormir, como cuando podíamos. De acuerdo.
Voy a agregar a la lista un poema que cada uno de nosotros sabrá cómo hacerlo en su vida. Quien tiene, quien no, quien abandonó, quien espera, quien no se atreve, quien posterga, quien no lo ve aunque esté ahí, quien no cree que exista, quien cree y no lo encuentra, quien insiste en la soledad individual o compartida, en cualquier coraza.
Es de José María Zonta:
Me voy a hacer el favor de amarte
yo
que nunca me traté con amabilidad
que no me quejé si las botas me apretaban
ni protesté por los millones de desayunos fríos.
A partir de ahora
me haré el dulce regalo de besarte
tal vez eso no signifique
que duelan menos las palabras que duelen
no importa
yo con mis favores me alcanzo
me pongo una mano en el hombro
un abrigo si llueve
y me ofrezco así a los demás
sin el apoyo del gobierno
pero con el aplauso de las flores.
Voy a hacerme el favor
de bajarme del tren
encender el fuego
y amarte.
Gracias a El Correo por creer en la poesía y a ti por leerla. Feliz Año Nuevo.