Miguel de Cervantes fue un adelantado a su tiempo, su perspectiva y actitud ante la vida fueron avanzadas. Defendió una libertad femenina que dejó reflejada en la mayoría de los personajes de su Quijote. Es en ese libro de libros donde las mujeres gozan de una vida propia según los cervantinos principios de independencia y libertad, muy lejos del prototipo de mujer vacía que presentaban los autores de la época. Las mujeres de Cervantes son libres y seguras de sí mismas, con criterio y autonomía independientemente a su clase; analfabetas, cultas, ricas o pobres, campesinas, aristócratas, criadas o nobles. La pastora Marcela, una de las damas de su historia, póngase al caso como ejemplo, reivindica el derecho a ser libre estando casada o soltera. «Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos».
Si la libertad que otorga Cervantes a las mujeres en el Quijote hubiera servido de ejemplo quizás no lamentaríamos ciertos episodios de la violencia machista que sufrimos. La mujer no es una posesión, como ha ocurrido en Benalmádena con esa nota de auxilio que una mujer secuestrada por su marido metió entre los deberes de su hijo para que llegase a su profesora, quien afortunadamente, pudo denunciar lo ocurrido a la Policía.
Aún son muchos los que no han cambiado esta concepción de la mujer y siguen sin admitir que su derecho a ser personas libres e independientes es innegociable. Aprovechemos que Cervantes está de aniversario y aprendamos de su prosa, que por todos lados se habla de él pero pocos, parecen leerle en serio.