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La Gazapera

Los flamencos ya no nacen en los corrales

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
09 dic 2022 / 10:09 h - Actualizado: 09 dic 2022 / 10:11 h.
"La Gazapera"
  • Los flamencos ya no nacen en los corrales

Fue el gran Enrique Morente, quien dijo que “los cantaores ya no nacen en las cuevas”. Solo a un genio se le podía ocurrir algo así. Y llevaba toda la razón. En siglo XIX, los cantaores solían nacer en corrales de vecinos de Triana, la Alameda, la Macarena o el Barrio de la Feria. Silverio Franconetti nació en la calle Odreros, en plena Alfalfa (1831), y ya había en Sevilla academias del baile, reputadas escuelas como la del bolero Félix Moreno, en la calle Rodo, donde hoy está el Tablao El Arenal. Los primeros cantaores sevillanos comenzaron a cantar en estas academias o salones de baile, y ninguno era gitano. No es que esto importe mucho, aunque es un dato curioso para saber sobre el origen del cante en Sevilla.

Naturalmente, se cantaba en los corrales de vecinos de la Cava Gitana de Triana o en los del Barrio de la Feria. ¿No había escuelas de cante? Que se sepa, no, al menos como tales. Algunos cantaores históricos, como Frasco el Colorao o Ramón el Ollero, daban clases en sus casas y acudían jóvenes cantaores a formarse, para que los maestros les pusieran los cantes con guitarra. Sí había entonces academias de guitarra, siendo uno de los primeros maestros, con escuela propia, el sanluqueño Paco el Barbero, que la tuvo por San Esteban. Pasaron por esa escuela el Maestro Pérez, su hijo Antonio o Montero, cuñado de Silverio y padre de Monterito.

Sevilla era entonces una cantera inagotable de artistas del cante, el baile y el toque y solo una minoría pasaron por las academias. Primaban los intérpretes naturales, genios que salían de entre las piedras, como la hierba o las flores. Por eso Sevilla llegó a ser la Meca del Flamenco en el XIX y tuvo los mejores cafés flamencos de España. Antes de eso, a mediados de ese siglo, las boleras y los boleros de Sevilla revolucionaron la danza, la escuela bolera, con sus actuaciones por Europa. Fueron muy famosas las sevillanas Petra Cámara y Manuela Perea La Nena, discípulas de Félix Moreno o Miguel y Manuel de la Barrera. Las escuelas, pues, eran importantes, aunque nacieran genios que no necesitaron formación académica alguna. Pero, ¿son necesarias hoy las escuelas de flamenco, que han proliferado por todo el mundo de unos años a esta parte? Totalmente.

La sociedad ha cambiado y Sevilla ya no es una tierra tan bien abonada como en el siglo XIX. Prueba de ello es que no hay jóvenes valores del cante clásico, solo dos o tres, y hace un siglo había decenas y decenas de voces impresionantes, con sello y carisma. Tenemos buenas academias de baile y dos grandes escuelas donde se aprende el cante, la Fundación Cristina Heeren y Artes Escénicas Rebollar, del guitarrista sevillano Eduardo Rebollar. Si la Naturaleza no da artistas, los dan las escuelas. Quiero decir con esto que Sevilla se tendría que poner las pilas y crear una gran escuela municipal de flamenco, con independencia de que existan las citadas academias. ¿Alguien se ha preguntado por qué están saliendo tantos intérpretes de calidad en Huelva y tan pocos en Sevilla?