Miranda Boronat

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09 ene 2016 / 11:56 h - Actualizado: 09 ene 2016 / 11:56 h.

Terenci Moix escribió una saga descarnada y brillante: Garras de astracán (1991), Mujercísimas (1995) y Chulas y famosas (1999), tres libros de denuncia social y financiera que cuentan divinamente lo que pasaba y lo que pasa.

Miranda Boronat y sus ochenta mejores amigas, productos de la imaginación del autor, se divierten, viajan, van a fiestas y funerales, se deprimen y desvarían gastando fortunas que sus ancestros, maridos y amantes han conseguido por corrupción, descomunales estafas y otros recursos mafiosos cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia.

Estas señoras millonarias, dignísimas y estupendas, saben de qué ilegalidad provienen los dineros suyos y de los otros y viven encantadas en la impunidad y la abundancia. Practican el self style, el esnobismo, el black money, el famoseo y la presencia «sin enterarse de nada» como parte de su patrimonio en caso de divorcio o prisión.

La prosa es divertida, sarcástica, hilarante y nunca abandona la denuncia, ese punto de la ficción incapaz de superar la realidad.

La relectura de estas novelas veinte años después es escalofriante junto a los telediarios y procesos judiciales del momento. Mientras pasan las noticias, te parece reconocer a Miranda y sus ochenta mejores amigas, lo que ellas secreteaban hace veinte años, cómo robaban sus maridos y los de las otras, los tráficos de influencias y menores, los romances financieros, las traiciones, los temblores políticos, los «sin querer» y «sin enterarse» que vivían.

El 5 de enero Terenci habría cumplido 74 años y yo imagino los diarios de Miranda Boronat que nos regalaría hoy, cómo procesaría la catalanidad general que anunció a finales de los 90 en el entierro de la momia de Jordi Pujol, embalsamada estilo Eva Perón, en un aquelarre de símbolos y parsimonias. Imagino las copitas de chinchón que las «ymeldas» (tres criadas filipinas de Miranda, la first, la second y la twentififth) llevarían a la cama de la señora, agotada, de tanto protocolo y tanto yo paná. Imagino a Satanasa Berzal, una de sus pitonisas, enredada en promesas.

Que el 2016 sea bueno con nosotros y no nos pida lo que no nos dé.

Feliz enero. Nos vemos el sábado que viene.