El bolero político que nos cantan los candidatos hace dos meses es agotador. Hoy te quiero, mañana no, te mando mensajes, no me respondes los mails, sigo esperándote, tienes que elegir entre él o yo.
Las declaraciones, no te doy porque no me diste, por qué no me llamaste, te esperaba y no viniste, lo tengo todo para ti y tú te vas con otro, están en las letras de las más antiguas canciones de amor, en la trama de las comedias románticas y en la eterna repetición de las telenovelas.
Los candidatos incorporan las nuevas tecnologías, se traicionan por Twitter, se echan de menos por televisión, cuentan sus despechos en rueda de prensa, se hacen selfis para que el otro sienta celos.
Pasan los meses y los candidatos no se reúnen, cuando se ven, los encuentros duran poco, como un laberinto de pasiones en la multitud: esta tarde vi llover, vi gente correr y no estabas tú.
La telenovela presidencial nos regala cada día un capítulo lleno de tópicos, el ofendido, el encantador, la boda en marzo, la boda en junio, los secretos de familia, la traición, la venganza. Lo que falta es el otro, porque esta telenovela es una guerra de espejos, un monólogo, me importas tú y tú y tú y solamente tú. Y tú es nadie.
El argumento de los candidatos es un pacto, usted es el culpable de todas mis angustias, de todos mis quebrantos, así que usted tiene que cambiar y hacer lo que yo digo, entonces pactamos y si no, ni nos vemos.
Lo que los candidatos no tienen en cuenta mientras suenan los boleros, es que esta telenovela no ocurre en un escenario sino en un país y no hay elenco sino personas. Millones de personas que votaron cuatro versiones de la misma historia.
Unos dicen que la telenovela termina en marzo, otros anuncian que en junio vuelve a empezar. Habría que avisarles que la duración del tiempo no es un trending topic y que el reloj sí marca las horas.
A ver quién es el primero en salir del espejo.
Buen fin de semana y hasta el sábado que viene.