La Gazapera

Sevilla y su oscuro futuro flamenco

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
22 abr 2022 / 07:35 h - Actualizado: 22 abr 2022 / 07:40 h.
"Flamenco","La Gazapera"
  • Silverio.
    Silverio.

Alguna vez he pedido que el Ayuntamiento de Sevilla creara la Escuela Municipal de Flamenco, porque vamos de mal en peor. En el siglo XIX, las academias sevillanas de baile jugaron un papel muy importante. Por ejemplo, las de los mal llamados hermanos de la Barrera, que, como averiguamos hace años, no eran ni primos. Don Manuel y Miguel de la Barrera, sevillano el primero y antequerano el segundo, hicieron historia como boleros y grandes profesores.

Sin ellos no hubieran existido Petra Cámara, Manuela Perea La Nena o Amparo Álvarez La Campanera, las tres boleras más importantes de Sevilla. Sin ellos y sin el maestro Félix Moreno Rodríguez, que tuvo su academia en la calle Rodo, donde hoy está el tablao El Arenal, uno de los mejores de España. En estas academias o salones de baile nacieron los primeros profesionales del flamenco, cantaores como Juraco, Silverio, El Peinero, Lorente, el Cuervo Sanluqueño, Perea o Sartorio, los guitarristas Antonio Pérez y Montero o los bailaores Miracielos y el citado Sartorio, que también bailaba. El local donde estuvo el Café del Burrero, en el número 1 de la céntrica calle Tarifa, albergó antes el célebre Salón Recreo, dirigido en varias etapas por Manuel y Miguel de la Barrera o el malagueño Maestro Botella, de bastante fama.

Cuando desaparecieron ellos, cogió el testigo el célebre Maestro Otero, de la calle San Vicente, olvidado totalmente en Sevilla, como los Barrera y La Campanera, que puso una escuela en la mismísima Giralda, porque su padre era Juan Álvarez Espejo, campanero oficial de nuestra torre mayor. Todo esto, que me llevó años investigarlo, apenas interesa en Sevilla y mucho menos al Ayuntamiento. Eran academias privadas, no municipales, pero todas jugaron un papel fundamental y se unieron siempre para luchar por el cante, el baile y el toque andaluz.

Todos los grandes personajes que venían a nuestra ciudad, como viajeros románticos, políticos o artistas, eran agasajados en los salones de baile, que cumplían no solo una función social sino de promoción de Sevilla en todo el mundo. Por eso la capital andaluza llegó a ser a mediados del XIX, la Meca del flamenco, la tierra a la que venían los artistas de toda España a doctorarse en sus salones de baile y más tarde en sus famosos cafés cantantes, locales como El Filarmónico, El Burrero, el Salón Silverio o el Café Novedades. La mayoría de las grandes figuras del flamenco eran de Sevilla y los que vinieron de Cádiz, Málaga, Jerez o el Puerto de Santa María, se hicieron sevillanos de adopción y corazón.

¿Qué ha pasado para que Sevilla hoy sea casi un solar? Sí, Sevilla pinta cada día menos en el flamenco y cualquier otra ciudad andaluza pinta mucho más. ¿Por qué el Ayuntamiento no hace nada para que volvamos a ser la primera referencia del mundo en flamenco? Hay que cuidar tan maravilloso legado, primero, creando un gran centro de documentación, y luego la Escuela Municipal de Flamenco, que sea compatible con las academias ya existentes. Mañana será tarde.