La vida del revés

Sin abejas no hay paraíso

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04 jun 2022 / 17:50 h - Actualizado: 04 jun 2022 / 17:57 h.
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  • Sin abejas no hay paraíso

De unos años a esta parte, el 80 por ciento de la biomasa de insectos ha desaparecido del planeta Tierra. Eso significa que nos estamos cargando la forma de vida de nuestro hábitat. Como todo el mundo sabe, la desaparición de las abejas nos puede poner en serios aprietos. Los apicultores belgas, así lo afirmaron durante unas protestas durante 1994: «Si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían 4 años de vida». No está demostrado que fuera así de rápida la cosa, pero sí está demostrado que esto no lo dijo Albert Einstein a quien se le atribuye la frase de forma errónea. Sea como sea, no puede ser que lo inerte avance posiciones respecto a lo vivo porque nuestro planeta es pura vida y no puede ser de otra forma. Da igual si el desastre se produce en 4 o u 10 años, la cosa es evitar que se produzca.

Existe un efecto que cualquiera puede comprobar por sí mismo y que resulta entre aterrador y curioso (lo primero para los más sensatos y lo segundo para los que creen que cualquier amenaza forma parte de un plan conspiranoico liderado por Bill Gates). Se llama ‘efecto del parabrisas’ (algo así). Y tiene que ver con la cantidad de insectos que hace unos años aparecían despachurrados en el parabrisas del automóvil tras un viaje y los pocos que aparecen actualmente. ¿Lo habían notado ustedes? Antes había que lavar el coche sí o sí después de viajar, ahora aguantan un poco más.

¿Qué se puede hacer ante este desastre tan tremendo? Los chinos ya tienen a miles de trabajadores polinizando a mano. Como lo oyen (leen). Las abejas están desapareciendo a marchas forzadas y unos empleados del Gobierno hacen su labor. Sí, es para orinar y no echar gota. Usar pesticidas que no sean naturales agravará el problema, no recurrir a espacios de cultivo con plantas no nectarias o seguir sin investigar en serio por qué se mueren las abejas (los virus las están diezmando), son problemas que agravan cada día la situación.

Está claro que nos estamos pasando de la raya desde hace muchos años y que no somos capaces de detener la maquinaria demoledora con nuestro entorno. Y solo tenemos uno; no nos podemos mudar y arreglado el problema. Nos da igual que los insectos desaparezcan porque no somos capaces de intuir el desastre que supone y estamos cambiando la vida por lo inerte. Todo en orden. Nos está quedando un futuro maravilloso.