Durante toda la pandemia provocada por la Covid-19, la suma de muertos de Islandia, Nueva Zelanda y Tailandia, ha sido igual a 87. Es decir, España registró el mismo número de muertes por coronavirus el pasado sábado que tres países juntos durante toda la pandemia. Y lo más curioso es que hemos celebrado este dato como si fuera una victoria sin precedentes.
Una tragedia lo es al margen de las matemáticas.
Esta es la noticia: en España se está viviendo una tragedia inesperada, brutal y cruel. Las cosas se van suavizando, pero el problema sigue intacto y si no se hacen las cosas bien corremos el riesgo de volver al punto inicial. Cualquier gesto mínimamente triunfalista al manejar datos que son mejores que los del día anterior, puede provocar una reacción no deseada en el seno de la sociedad.
Los españoles; que, en general, han dado una lección de responsabilidad, de paciencia y de patriotismo; están deseando que se vuelva a vivir con normalidad y, por ello, la tendencia a interpretar los datos de forma equivocada, es notable y puede convertirse en un arma mortal. Que en España mueran menos de 100 personas al día debido a la Covid-19 es un desastre absoluto. No hay otra posible interpretación del dato. Desde el primer fallecido hasta el último, han supuesto un desastre para todo el país.
Desde que comenzó a pandemia, hemos recibido mensajes confusos, contradictorios y, a veces, inaceptables (sobre todo al principio del proceso). Eso debe terminar inmediatamente. Si algo se ha aprendido durante estas semanas es que no se puede bajar la guardia antes un coronavirus tan desconocido y letal. Y es preciso que nadie confunda una evolución favorable con el final de una pandemia que no ha hecho otra cosa que comenzar.