Gran preocupación por la llegada de una segunda oleada

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08 jul 2020 / 06:00 h - Actualizado: 07 jul 2020 / 22:22 h.
"Editorial","Coronavirus"
  • Una mujer en el balcón de su vivienda durante el confinamiento. / EFE | Fernando Villar
    Una mujer en el balcón de su vivienda durante el confinamiento. / EFE | Fernando Villar

Ahora, todo el control de la pandemia provocada por la Covid-19 está en manos de las Comunidades Autónomas. Y eso que tanto pedían, que tanto parecían ansiar, se puede volver un arma peligrosa contra los Gobiernos autonómicos. Porque, a partir de ahora, la gestión de la pandemia se puede convertir en la segunda parte de un desastre monumental.

La estrategia consiste en controlar los casos que van apareciendo y trazar un mapa en el que aparezcan todos sus contactos para ejercer la vigilancia necesaria. ¿Está funcionando? No y seguirá sin hacerlo mientras no se refuerce la asistencia primaria y la red de vigilancia epidemiológica. Es imposible que, sin que esas dos áreas funcionen a pleno rendimiento, se pueda ejercer un control aceptable.

Los datos son muy preocupantes. Y las soluciones a cada brote no se parecen entre ellas. Cada Comunidad Autónoma hace las cosas como cree conveniente. Mientras que en el caso de Lleida se ha optado por el confinamiento perimetral, en las comarcas aragonesas vecinas se ha optado por un retroceso de fase que implica restricciones dentro del territorio aunque la movilidad externa sigue siendo la misma. Es difícil que las dos soluciones sean las acertadas.

Está claro que se ha bajado la guardia y que algunos sectores de la población no entienden la importancia del uso de la mascarilla, de lo esencial que resulta mantener una distancia de seguridad, de la higiene personal concienzuda. Esta claro que la gestión de una pandemia no es fácil y que un criterio uniforme, coherente y sólido, hubiera sido lo deseable en lugar de 17 diferentes.

En Andalucía parece que los brotes se van controlando gracias a una gestión bastante cuidadosa aunque no dejan de aparecer casos y se manejan ideas de confinamientos selectivos. Esperemos que la llegada de turistas, igual que en el resto del país, no provoque brotes incontrolables. Sería un retroceso que ni la moral de los españoles, ni un personal sanitario cansado e insuficiente, ni la economía, podrían soportar.