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Rafael Nadal. / EFE
Rafael Nadal ha vuelto a ganar el torneo de tenis más importante sobre tierra batida: Roland Garros. Es el decimotercer triunfo en Francia y el vigésimo Grand Slam que conquista Nadal. De este modo, iguala el récord que tenía en propiedad y en solitario el suizo Federer.
Rafa Nadal es el mejor deportista español de todos los tiempos. Eso es una evidencia. Algunos como Miguel Induráin o Pau Gasol pueden estar a su nivel, pero ninguno está por encima. La importancia de lo que Rafael Nadal está consiguiendo es extraordinaria. Será difícil que en los próximos años aparezca algo parecido en el mundo del deporte español.
Y si es importante el logro deportivo de Nadal, lo que hace por la imagen de España es maravilloso. Ahora, que estamos haciendo el ridículo en el resto del planeta debido a una gestión de la pandemia absolutamente desastrosa entre conflictos políticos que resultan inexplicables, Nadal recuerda al mundo entero que España no es la corrupción de su clase política, ni la desorganización, ni un tipo de vida despreocupado; Nadal avisa de que España es un gran país y los españoles forman un gran pueblo. Los deportistas son grandes embajadores de España en el mundo entero y Nadal es el mejor. La importancia de que un deportista se emocione escuchando el himno nacional es directamente proporcional a la imagen de unidad proyectada de un país. Los independentistas venden una España fracturada, carente de libertades y hundida en toda su amplitud. La emoción de Nadal destroza por completo esa imagen.
Rafa Nadal se siente orgulloso de sus triunfos y de ser español. La imagen es clara. Y la inmensa mayoría de los españoles nos sentimos orgullosos de él, de sus conquistas deportivas y de cómo construye la marca España.
Tal y como él desea, hay que esperar que el próximo año Roland Garros se juegue con normalidad. Y que Rafa Nadal coseche otro éxito más.