El encanto de un pueblo medieval hecho leyenda

El coro de Alanís estrenó ayer en las jornadas medievales una composición basada en la leyenda de ‘El encanto de Las Pilitas’

01 sep 2018 / 21:44 h - Actualizado: 01 sep 2018 / 21:45 h.
  • El encanto de un pueblo medieval hecho leyenda
  • Jóvenes y mayores disfrutan paseando por el mercado de Alanís. / J.A.F.
    Jóvenes y mayores disfrutan paseando por el mercado de Alanís. / J.A.F.

Alanís ha de ser capital medieval durante el mes de septiembre; no tan sólo las quince ediciones de sus jornadas la avalan. Tampoco porque vestigios como el de su imponente castillo hablan de esta época tan apasionante. Alanís ha de ser capital medieval porque en su ADN lleva la esencia del medievo. Y como muestra un botón, o más bien una leyenda. Pasando de boca en boca, cualquier alanisense ha oído hablar de El encanto de Las Pilitas. Una historia que ha perdurado a lo largo de los años y que seguirá sobreviviendo, pues la magia que la envuelve así lo hace posible. Según cuenta esta leyenda, vivía en Alanís una morisca llamada Ascia y convertida al cristianismo, como otras tantas familias para poder seguir residiendo en el lugar, que andaba en amores con un cristiano, hijo del alcaide del castillo.

El padre de Ascia, que incluso cambió su nombre por el de Ana María, no podía consentir aquella relación, por lo que concertó el matrimonio de su hija con Alí, un africano que acudió presto a la llamada de éste. Alí no sólo estaba predestinado a esposarse con Ascia, sino que también sería la mano ejecutora de la separación de aquel amor prohibido. Fue el padre de la chica quien, conociendo la cita que los amantes habían concertado en la Fuente de las Pilitas, puso en aviso a Alí. Éste sorprendió a los amantes aquella noche de San Juan y dio muerte al cristiano, destrozando así la vida de Ascia que posteriormente acabaría quitándosela en aquella misma fuente. Desde entonces, reza la leyenda, ambos amantes resurgen y durante la noche de San Juan vuelven a escenificar su amor allí en esa mítica fuente.

Esta leyenda, orgullo de la localidad, fue ayer convertida en canción, gracias a la composición que en su día llevara a cabo el conocido en el pueblo como Paco El Pintor. Fallecido recientemente, el coro de Alanís no ha encontrado mejor forma de homenajearle que interpretando esta melodía que anoche mismo se estrenaba en el seno de las decimoquintas jornadas medievales de la localidad sevillana.

Con hechos como este, Alanís confirma la madurez de una fiesta que toma la consideración de evento ineludible no sólo para los habitantes de este municipio, sino también para los del resto de la comarca y la provincia. Una fiesta que ha sido presa del rumor acerca de su cancelación pero que su alcaldesa, Eva María Ruiz, se encargó de desmentir. Según la primera edil, estas jornadas han adquirido tal envergadura que es realmente difícil que un ayuntamiento tan pequeño como el de Alanís pueda acometer un evento tan grande. Sin embargo, añade, «nunca» se han planteado suspenderlas porque es «un pulmón económico muy importante para el pueblo». Parte de culpa de que esta fiesta se consolide la tiene, sin duda, el colectivo vecinal. Unos vecinos de los que ha partido la idea de decorar las calles, reviviendo aquel espíritu que antiguamente inundaba Alanís con la celebración de las carrozas, donde la unión vecinal conseguía llevar a cabo una fiesta de referencia.

Las jornadas medievales de Alanís celebran hoy su tercer y último día. El viernes, la propia alcaldesa, acompañada del delegado territorial de Medio Ambiente, José Losada, y Asunción Llamas, diputada del Área de Cohesión Territorial de la Diputación, daban comienzo a una edición que, bajo el lema Vamos a disfrutar como niños, ha llevado a todos los asistentes al más auténtico medievo en pleno siglo XXI con espectáculos en sus calles, su mercado, sus conciertos y sus obras de teatro. Pero sobre todo con un ambiente mágico y enigmático en el que aún se oye el eco de un amor que acabó en tragedia para convertirse en leyenda.