Semana Santa 2023

El tiempo vuelve a jugar a favor del Viernes Santo de Guadalcanal

Un año más Guadalcanal disfrutó de un Viernes Santo exultante gracias a la Estación de Penitencia del Santo Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad

08 abr 2023 / 12:27 h - Actualizado: 08 abr 2023 / 12:33 h.
"Viernes Santo","Semana Santa 2023"
  • Foto: J. A. F.
    Foto: J. A. F.

El tiempo es quien todo lo cura, quien pone las cosas en su sitio. Es juez de la corte suprema del destino. El tiempo es el que juega a favor o en contra. Ese mismo que quiso congraciarse un año más con el Viernes Santo de Guadalcanal.

El agua quiso estar presente en los dos años precedentes a la pandemia. La deuda moral era tan grande que en un año solo no podría verse saldada. Ha necesitado dos para llenar el hueco de aquellos cuatro años, y todavía, tal vez, se quede corto. Así, si en 2022 la Semana Santa plena regalaba un Viernes Santo pleno, esta Semana Santa 2023 ha dejado un Viernes Santo exultante.

Se preparaba Guadalcanal para una nueva salida procesional del Santo Entierro y Ntra. Sra. de la Soledad cuando la Plaza de España se llenaba de fieles miradas. Hacía poco más de nueve horas que había entrado la Virgen de la Amargura y la pasión no menguó desde entonces. Un mar de niños correteaba en dicha plaza al olor de los naranjos, mientras padres y abuelos buscaban su sitio para mostrar el máximo respeto a la más antigua de las hermandades de Guadalcanal.

El tiempo vuelve a jugar a favor del Viernes Santo de Guadalcanal
Foto: J. A. F.

Representación nazarena

A las ocho en punto, tal y como mandan los cánones apareció por la puerta de Sta. María de la Asunción la cruz de guía, y tras ella nazarenos negros de cíngulo rojo acompañados por otros nazarenos en representación de las distintas hermandades de Guadalcanal.

Con el máximo silencio que pudo albergar, con la única música de la voz interior del costalero se puso en la calle el Stmo. Cristo en el Santo Sepulcro. Sobriedad máxima en una salida sin himno, pero sí con marcha, precisamente esa, Cristo en el Santo Sepulcro. Una música que puso la banda que acompañaría a la Virgen de la Soledad, la Banda de Música de Alanís.

El tiempo vuelve a jugar a favor del Viernes Santo de Guadalcanal
Foto: J. A. F.

Recuperación de la salve

Un himno a la muerte, pero en su victoria. Un canto sentido y un pueblo entregado a la solera de una hermandad con mucho arraigo en Guadalcanal. Una vez Cristo Yacente hubo avanzado, una nueva oleada de nazarenos dio paso a Ntra. Sra. de la Soledad. Ella sí, recibida con los sones del Himno Nacional y con la gran novedad de este año, la salve recuperada en su honor y adaptada por José Ignacio Caballero. Un momento único, vivido con enorme devoción, justo antes de la interpretación de Soledad de Guadalcanal y también justo antes de emprender una nueva estación de penitencia que, un año más, llevaría al cortejo por la calle Palacios. Un hecho que ya se instaurara antes de los duros años pandémicos y que fue muy del gusto de quien lo quiso apreciar, pues el parque de El Palacio se vio colmado una vez más de personas de distintas edades.

Buscando la calle Santa Clara, al ritmo de Concha y Alma de la Trinidad, la Virgen de la Soledad fue encendiendo velas de ilusión a su paso. Tanto se añoró un Viernes Santo con esta delicia que ni dos años bastarán. Y aunque pudiera parecer que el contraste iba a ser una nota predominante en esta procesión, la línea a seguir en la misma fue clara desde un primer momento. El Cristo en silencio abría la solemnidad, pero la Virgen con paso firme, sin estridencias y con repertorio fúnebre escogido no rompía en nada ese misticismo que se buscó, y se consiguió en este Viernes Santo.

El tiempo vuelve a jugar a favor del Viernes Santo de Guadalcanal
Foto: J. A. F.

Cita imprescindible

Tras su paso por Santa Clara, la comitiva se dirigió por Juan Campos de nuevo a la Plaza de España para recuperar su itinerario tradicional. Y así, por Muñoz Torrado accedió de nuevo a López de Ayala, con la siempre agradecida Andrés Mirón y la necesaria bajada por Milagros. Es esta, y su llegada a Mesones una cita imprescindible del Viernes Santo. Es un punto de saeta y marcha especial. Este año Mi Amargura, con ese aire melancólico que solo la conjunción paso banda sabe ofrecer.

Y ello por no hablar de la subida por Juan Carlos I y su posterior acceso a Costaleros. Un haz de luz antes de otra deseada oscuridad con el paso por Antonio Machado. Allí, en la estrechez característica se evocaban años de historia de un cortejo insigne. Noches de Viernes Santo que parecían no acabar. Nos irrepetibles que cada año levantaban pasiones y que, por fortuna, lo siguen haciendo. Seña inequívoca de que el tiempo no les jugó mala pasada alguna y que fueron capaces de saltar por encima las pretensiones de cambio que en nada les hubiese beneficiado.

Última parte del recorrido

Por Nuestra Señora de Guaditoca la comitiva desembocó en la Plaza Cristo de las Aguas con otro clásico imperecedero como es Soleá dame la mano. Y a partir de ahí el inicio de la última parte del recorrido, pasando por Dr. Antonio Porras que, aunque ya no tuvo la algarabía de años anteriores, sí que conservó esa esencia indescriptible de noches eternas de Viernes Santo.

Santiago fue testigo también de ese ascetismo lúgubre, cargado de respeto, de historia, de tiempos nuevos que supieron adaptarse a los viejos. Ejemplo de maestría y buen hacer.

Y el tiempo que todo lo puede, que todo lo pone en su sitio, que a veces juega a nuestro favor y otras en nuestra contra, volvió a ser un títere a merced de una recogía que supo congelarlo en el momento justo. Con la misma sobriedad con la que salió, el mismo silencio acogedor y las mismas ganas costaleras hizo su entrada el señor. Con el aire portentoso del eterno Viernes Santo, la Virgen de la Soledad, con su última chicotá y La Madrugá de Abel Moreno de fondo, se puso de cara a su pueblo para despedirse hasta otro año y de paso regalar tiempo al tiempo para volver a disfrutarla en una nueva tarde noche de Viernes Santo.