Emilio Lledó: «Un pueblo inculto solo produce miseria»

El alcalde entrega sus primeras medallas de la Ciudad en una ceremonia en el que el filósofo sevillano recibió el título de Hijo Predilecto

30 may 2016 / 17:36 h - Actualizado: 30 may 2016 / 22:40 h.
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  • Emilio Lledó recibe el aplauso del auditorio del Lope de Vega. / Pepo Herrera
    Emilio Lledó recibe el aplauso del auditorio del Lope de Vega. / Pepo Herrera

«No creo que nos estemos excediendo en sentirnos orgullosos de nuestra tierra. Es que sencillamente vivimos en una ciudad que es y se siente grande», dijo el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, en el discurso que cerró el acto de entrega de Medallas de la Ciudad. Una cita en la que Sevilla saca pecho de lo mejorcito de su casa.

En el día de su patrón, San Fernando, el Ayuntamiento de Sevilla reconoció la labor de una veintena de personas y entidades. Un acto que concentró «una muestra de talento individual y colectivo como para sentirnos orgullosos de la ciudad que nos acoge y sus gentes», apuntó el regidor hispalense que se estrenaba en la que es la cita institucional más importante del año y en la que por primera vez, además, coincidía la corporación municipal al completo.

También por vez primera, en un acto que deja poco a las innovaciones, los galardonados hicieron el paseíllo desde distintos puntos del Lope de Vega ovacionados por el respetable. El acto rezumaba sevillanía por los cuatro costados. Y como para muestra un botón, antes de que diera comienzo la entrega de distinciones sonó una zarzuela, Sevilla cuánto te quiero, del maestro Gámez Laserna e interpretada por la Banda Sinfónica de la ciudad y el tenor Luis Alberto Giner.

Era el día de recrearse, de poner en valor el talento de la ciudad premiando a «quienes dan lo mejor de sí para mejorar la sociedad. Han puesto y ponen el nombre de Sevilla muy alto».

La entrega de medallas a «nuestros mejores embajadores» comenzó con la distinción a Proyecto Hombre por su labor «combatiendo la lacra de la drogadicción, convirtiéndose en una puerta abierta a la esperanza». Sevilla Acoge a quien se reconoció sus «30 años haciendo la vida más fácil a esos inmigrantes que llegan a Sevilla por diversas razones y necesitan una mano amiga que les ayude a integrarse». Dentro de la labor social que realizan algunas asociaciones, se reconoció a Amuvi, «que lucha incansablemente en favor de colectivos en situación de vulnerabilidad y grupos de riesgo. Siendo una referencia contra la violencia de género».

Llegó el turno de las tres hermandades que ayer fueron distinguidas por su labor asistencial. La primera medalla se fue a Triana, a la hermandad del Cachorro de la que entre otras cosas se valoró que fuera la primera corporación que impulsó el programa de acogida de niños bielorrusos, amén de la «devoción universal al Cristo de la Expiración», como apuntó su hermano mayor, Marco Antonio Talavera.

Una de las más aplaudidas fue la que recayó sobre el centro de estimulación precoz de la hermandad del Buen Fin, «que forma parte del patrimonio de todos los sevillanos y que ha permitido ayudar a más de 2.000 niños con necesidades especiales». Cerró este bloque la hermandad de los Dolores de Torreblanca, «cuyo activismo social la ha convertido en un eje vertebrador de su barrio», por su labor en el fomento de las donaciones de sangre.

La primera medalla a título personal tuvo un aire folclórico y cayó en manos de la cantante de sevillanas María del Monte, que «lleva el nombre de la ciudad allá por donde fuera». Como el compositor y pregonero de la Semana Santa de este 2016, Rafael González Serna. «Sevilla es cuna de cultura, arte y creación», recordó el regidor tras entregar sendas medallas al joven pianista Juan Pérez Floristán, aunque recogió el premio su madre, al reconocido pintor abstracto Manuel Salinas; y a la poetisa Julia Uceda, quien recibió un emotivo aplauso.

«La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo». Por eso, el pleno del Ayuntamiento reconoció la labor de los colegios de Educación Infantil y Primaria Nuestra Señora de la Paz, Buena Vista y Prácticas.

«El nombre de Sevilla está ligado al emprendimiento», prueba de ello son las medallas a la empresa City Sightseeing y al fundador de Glampling hub, David Troya. A título póstumo recibió la distinción Miguel Vidal Sanz responsable, entre otros, de proyectos como el Metrocentro, la avenida de Torneo o la reordenación del tráfico, «rastros vivos que pueden verse en la ciudad».

La dilatada trayectoria de dos sevillanos y un tercero de adopción cerraron el capítulo de medallas. «Por creer en el deporte como elemento de cohesión y sus 50 años de escuelas de barrio ligado al noble deporte de las artes marciales» recibió la distinción Pascual Vidal. La labor de investigación y docencia del actual gerente de los hospitales Virgen del Rocío y Macarena, Manuel Romero, mereció otro de los galardones de la ciudad y, por último, el abogado Francisco Baena Bocanegra, malagueño de nacimiento y «sevillano ejerciente» que fue el encargado de agradecer en nombre de todos los premiados estas distinciones. «La gratitud en silencio no sirve a nadie. Este sentimiento nunca nos va a abandonar. La eterna Sevilla nada pide a sus hijos y suyos son los que nacieron en esta bendita tierra y los que se sienten sevillanos por vocación y hasta por pasión. Ahí reside parte de las muchas razones que existen para amarla. Nuestro mérito no es otro que desde nuestro amor a Sevilla renovar diariamente nuestro compromiso por servirla», aseguró emocionado el abogado.

Al margen de estas medallas, Sevilla reconoció a sus hijos adoptivo y predilecto en las figuras del catedrático de botánica Benito Valdés y del filósofo y miembro de la Real Academia de la Lengua, Emilio Lledó, «un sevillano internacional, un pensador, un sabio que ha defendido la democracia a través de unos valores basados en la justicia, la solidaridad, la educación y la paz».

Lledó tomó la palabra, tratando de no repetirse en el discurso que pronunció cuando recibió la medalla de Andalucía. Destacó el honor que supone ser nombrado hijo predilecto y lanzó un mensaje comprometido en el que dejó a las claras que «sería un crimen» que las humanidades desaparecieran. Y es que para este erudito, la mayor riqueza de un pueblo reside en la cultura. «Un pueblo inculto solo genera miseria. La cultura lleva a la riqueza espiritual y real».

A pesar de este escenario de optimismo propio de un acto de este calado, el alcalde quiso ser cauto y llamó a evitar la «autocomplacencia» y apostar por el «afán de superación». En un guiño al resto de concejales, apeló a su «orgullo» como alcalde aunque reconoció el trabajo compartido «por una Sevilla más solidaria, mejor, moderna y activa». «Somos personas tremendamente exigentes. La alegría no es incompatible con hacer las cosas bien».