2015: llega la hora de rendir cuentas

Las municipales de mayo servirán para medir la crisis del bipartidismo, el perfil de Podemos y la indignación ciudadana.

el 03 ene 2015 / 09:47 h.

elecciones Una pareja ejerce su derecho a voto en un proceso electoral en Andalucía. Los retos del año es el encabezado de un análisis que los periódicos suelen publicar, cada enero, tal día como hoy. Es una compilación de las decisiones más importantes que se va a encontrar el Gobierno andaluz en los próximos 12 meses, lo cual requiere revisar las promesas pendientes y anticiparse a los problemas que se puedan predecir. El principal problema, claro, es que siete años después de que empezase la crisis, Andalucía sufre una tasa de paro cercana al 35% de la población, con un diferencial crónico de 10 puntos sobre la media nacional: 1,4 millones de parados. Pero 2015 será un año atípico, porque coincidirán dos o tres procesos electorales en un intervalo de siete meses: las municipales de mayo (junto con las autonómicas en otras regiones), las generales de noviembre, y las andaluzas (primavera de 2016). El panorama político es tan complejo –las encuestas vaticinan el fin del bipartidismo y una fragmentación sin precedentes de todos los parlamentos– y los partidos que gobiernan se juegan tanto, que este cronograma podría saltar por los aires en cualquier momento: o Susana Díaz adelanta las andaluzas, o Mariano Rajoy atrasa las generales (tiene margen hasta enero de 2016). Así que podemos dividir los 12 meses de 2015 en periodos de precampaña y campaña electoral, de sondeos, estrategias y promesas, de victorias y derrotas, de cambios de gobierno, de pactos poselectorales en el mismo tablero pero con más fichas, y de movimientos de poder en el seno de los partidos (más aún de los que pierdan). Y todo ello, teniendo en cuenta que esta vez, quizá como nunca antes: el aleteo de una mariposa en las municipales puede desencadenar un terremoto político a escala nacional. Desvelemos ya el enigma: el gran reto del año que empieza es ganar las elecciones. Lo es para los alcaldes que gobiernan y para los grupos de la oposición. Lo es para los grandes partidos en Andalucía, que harán lectura interna del resultado en las municipales de cara a las generales y autonómicas. Lo es para la presidenta de la Junta y para el presidente del Gobierno, y en ambos casos escucharemos que ganar las elecciones no es un fin, sino un medio para consolidar el proyecto político que cada uno a su modo defiende por el bienestar de la sociedad. Y es cierto. Pero no es todo lo cierto. Ganar también les servirá para legitimar lo que han venido haciendo en los últimos años de crisis. Años en los que hemos vivido el periodo más convulso en lo político, con el nacimiento de una fuerza nueva fruto de la indignación ciudadana (Podemos) que se ha situado en el primer puesto en intención de voto y amenaza el bipartidismo quizá para siempre, y el periodo más devastador en lo económico, que deja detrás a 1,4 millones de parados en Andalucía, 5,5 millones en España, y el mayor recorte de derechos sociales de la democracia. Susana Díaz sostiene que su forma de gobernar Andalucía y de afrontar la crisis es distinta a la del Ejecutivo central, dice que «hay una alternativa a las políticas de austeridad a ultranza y a los recortes salvajes al Estado de Bienestar» que impulsa Rajoy. Si este discurso es cierto, y ganar elecciones sirve para legitimar gobiernos, los dos no podrán ganar. Pero, ¿y si los ciudadanos que peor lo están pasando no perciben esa diferencia? Entonces la indignación colectiva –plasmada en el ascenso imparable de Podemos– puede hacer que los dos, PSOE y PP, pierdan. Esto es lo que predicen los sondeos, y si al final ocurre, habrá que ver si pierden tanto como para dar paso a otros partidos, o si pierden lo justo para retener el poder gracias a extrañas alianzas (PP-PSOE; PSOE-Podemos; Podemos-IU). Las municipales de mayo serán el gran laboratorio electoral de 2015: Si, como dicen las encuestas, las mayorías absolutas desaparecen, todos los partidos tendrán que retratarse, todos se verán obligados a aceptar afinidades entre su forma de gobernar y la del adversario para intentar llegar a acuerdos. Esto no es nuevo. En el pasado, la aritmética electoral ya ha dado fruto a pactos antinatura. Sin embargo, es una encrucijada que comprometerá necesariamente a Podemos, un partido que ha hecho tierra quemada a su alrededor para distanciarse de “la casta”, y cuya mayor fortaleza electoral es llegar virgen a las urnas. No tener pasado. ¿Qué hará Podemos? Aunque no participe en las municipales con sus siglas, sino parapetado en la plataforma Ganemos, el partido de Pablo Iglesias tendrá que decidir si gobierna con la “casta”, o si se abstiene para dejar gobernar al PP (como hizo IU en Extremadura) o al PSOE. Esa decisión de Podemos es tan importante para la estrategia del resto de partidos, que algún dirigente de IU y del PSOE en Andalucía, por separado, han llegado a admitir lo mismo: “Menos mal que las municipales son las primeras elecciones del año. Si Podemos llega virgen a las generales o a las autonómicas, estaríamos muertos”. Con todo, para sus expectativas electorales y para la lectura interna que harán tras las municipales, el PSOE seguirá midiéndose exclusivamente con el PP, y viceversa. Los socialistas de Díaz ganarán si ganan a los populares, y los populares proclamarán la victoria si, como han anunciado, logran sumar «al menos un voto más» que el PSOE. Así ocurrió en las europeas del pasado mayo: ambos perdieron miles de votos y sus resultados, a nivel nacional y andaluz, fueron peores que en 2009. Pero el reto que se había marcado Díaz era ganar al PP-A «al menos por un voto», y así fue: rompió la tendencia de 5 años perdiendo elecciones, perdió respecto a su marca pero ganó al partido más votado en Andalucía. «Es verdad», admitió la presidenta en el último pleno en el Parlamento de 2014, «nunca he ganado las elecciones, pero las voy a ganar». Ganar al PP-A legitimará a Díaz, una estrella ascendente de la política. ¿Pero para qué? ¿Para volver a gobernar con IU en la Junta? ¿Para pactar con Podemos, si irrumpe con fuerza en Andalucía? ¿Para fortalecer desde el sur la legitimidad del PSOE de Pedro Sánchez en las generales, si al final decide adelantar las autonómicas? ¿O para disputarle a éste la candidatura a la presidencia del Gobierno en las primarias socialistas de julio? Ganar elecciones no es un fin, pero desde aquí se ve poco espacio en el calendario de 2015 para que los políticos concentren sus esfuerzos en otra cosa

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