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25 plazas, 26 hermanos

Educación pide a colegios públicos del Centro ampliar aulas para más niños

el 07 may 2010 / 18:50 h.

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La entrada del Huerta de Santa Marina, ayer, después de que terminaran las clases.

El colegio público más demandado del Casco Antiguo ha dejado de ser el Huerta de Santa Marina, antiguo Padre Manjón. Este año han recibido menos solicitudes que otros cursos, y en parte se debe a que los responsables de la escuela han disuadido a muchos padres que acudieron a informarse antes de matricular a su hijo. Es una advertencia poco ortodoxa, pero a juzgar por el resultado del reparto inicial de plazas no les faltaba razón. El Huerta de Santa Marina ofertaba un aula menos que el año pasado, en lugar de 50 plazas de tres años, tenía 25. Y todas ellas han sido ocupadas por hermanos de alumnos que ya estudiaban allí. Es más, quedó un niño fuera, el 26, que también tiene un hermano en el centro, y suma los mismos puntos que el resto. Pero la ratio oficial no permite más de 25 por aula.

La Delegación Provincial de Educación de Sevilla no se plantea ampliar la ratio en el Casco Antiguo, como hizo el curso pasado, pero seguramente admita al hermano número 26 como algo excepcional, como hace con los niños que entran con medidas cautelares del juez. Lo que sí ha hecho el departamento de Planificación es pedirle a todos los colegios públicos que busquen un espacio para ampliar su oferta educativa en una unidad más, con otras 25 plazas. Esto lo han hecho a pesar del nuevo colegio de Infantil y Primaria que se incorporó al Centro, y en el que han sobrado casi todas las plazas porque nadie lo conocía.

Los Altos Colegios ha sido este curso el más demandado, dejando fuera a 22 niños. El Sor Ángela de la Cruz fue el segundo: 15 en lista de espera, y el Huerta de Santa Marina, el tercero. Ninguno de los dos primeros tenía espacio para habilitar un aula más con 25 niños. De hecho, el Sor Ángela usa la misma clase para tres cursos de apoyo a la integración. En el caso del Huerta de Santa Marina, fue personalmente el jefe de Planificación el que pidió al colegio que volviera a admitir una unidad más, igual que el curso pasado, pero tanto el equipo directivo como la asociación de padres dieron un no rotundo.

Una clase de 25 niños puede habilitarse, según la normativa, en un espacio secundario, como el aula de música, la sala de profesores o el laboratorio, si lo tienen. Cualquier estancia a la que se le pueda añadir un uso docente, excepto la biblioteca escolar. El Padre Manjón lo venía haciendo desde que albergó a parte del alumnado de los Altos Colegios, mientras duraban las obras de ese centro. Este curso no estaban dispuestos a repetir.

El cambio en el decreto de escolarización que colocó el criterio de hermanos por encima del resto de requisitos ha hecho que el reparto de plazas este año sea más atípico que de costumbre. El caso del Padre Manjón es paradigmático: en realidad no había expectativas de escolarizar a ningún niño del barrio, por muy cerca que viviera, porque las 25 plazas ya estaban asignadas a priori a los hermanos de alumnos que estudiaban allí. Además han sobrado plazas de colegios concertados, como el Ángela Guerrero, que sigue aceptando sólo a niñas (6 vacantes), y el Calderón de la Barca (11).

El colapso del Centro persiste a pesar del nuevo colegio de Infantil y Primaria. De hecho, cuando las escuelas públicas más demandadas dieron el no a Educación, que les pedía ampliar una unidad más, la delegación tuvo que aumentar la oferta escolar de esa nueva escuela, sita en la calle Recaredo, y eso que sólo había recibido cuatro solicitudes, y después de la ampliación le sobraban 71 plazas. Todos los niños que no han entrado en los Altos Colegios o en el Sor Ángela tienen vacante allí. ¿Significa eso que el colegio se llenará? Seguramente no, porque la tendencia dice que cuando una familia no logra plaza en el centro que elige en primera opción, no acepta la segunda. Sin embargo, la sobredemanda obliga a Educación a ofertar plazas para todos, aunque no se ocupen. Por eso primero intentó ofertarlas en los otros centros, que sí eran demandados, y luego amplió la oferta en el nuevo. El problema es que esa escuela no existía cuando los padres buscaban plaza en marzo. En el edificio había un centro de Educación Especial por la mañana -el Virgen de la Esperanza- y una escuela de música por la tarde. El nuevo colegio no tiene nombre, sólo un código, y no tenía equipo docente. Nació más como recipiente que como escuela.

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