Cofradías

Bodas de oro en San Jacinto

La Estrella inauguró hace 50 años el actual concepto de casa de hermandad como lugar de reunión de cofrades durante todo el año. Un programa de actos recordará esta efeméride

el 02 feb 2013 / 20:24 h.

La chocolatada de Primera Comunión.
No siempre las casas de hermandad han sido lugares de reunión de cofrades y devotos. Hasta la década de los sesenta en Sevilla estos recintos funcionaban exclusivamente como almacenes en los que guardar los enseres y, a lo sumo, algún habitáculo aparte para gestiones administrativas o donde colgar las túnicas de nazareno que, por entonces, se prestaban a los hermanos para que pudieran salir en la estación de penitencia.

Ni mini-bar, ni sala de juntas, ni lugar de convivencia los 365 días del año, ni epicentro de las continuas campañas caritativas. La casa hermandad carecía de vida, más allá de las labores propias del equipo de priostía. Fue en Triana, y de la mano de la Estrella cuando se cambió este concepto, abriendo las puertas a todo tipo de celebraciones.

Corría el año 62, cuando la ya apodada Valiente moraba en la iglesia de San Jacinto. La junta de gobierno acordó comprar un solar en la calle de San Jacinto para hacer allí la que sería su primera casa de hermandad, hoy actual capilla donde reciben culto las imágenes titulares. Tras un año de obras, el 22 de septiembre de 1963 quedaba inaugurado un edificio que revolucionaría el concepto de casa de hermandad.

Los hermanos de aquella época tuvieron a bien abrir las puertas de este recinto a celebraciones y convocatorias del barrio, fraguándose con ello lo que conocemos en la actualidad como vida de hermandad. El teniente de hermano mayor, Manuel González, apunta que una de las primeras celebraciones fue la entrañable chocolatada de los niños de Primera Comunión. "La hermandad preparaba las catequesis de San Jacinto, y después organizaba la celebración en la recién inaugurada casa de hermandad. Lo hacía, sobre todo, para las familias del barrio", pues en aquellos años en blanco y negro los bolsillos de la mayoría de los padres no se podían permitir ni un desayuno.

Los archivos de la hermandad de la Estrella reflejan aquellas primeras celebraciones. Ellas con pomposos vestidos de holganza blanca y velos cubriendo la cabeza, y ellos, como no podía ser de otra manera, de marineros y almirantes trianeros. Eso sí, en mesas separadas por sexo, como requerían las normas protocolarias del franquismo.

El acontecimiento resultó "todo un éxito", como apuntan los más veteranos, y, sin proponérselo, abrió la veda a una casa de hermandad más viva y participativa. Llegarían otros clásicos de aquella emergente época, como los campeonatos de ajedrez y convivencias de todo tipo, que pronto se extendieron a todas las cofradías de la ciudad.

Fue un antes y un después del que este año se cumplen 50 años. La junta de gobierno que preside Manuel Domínguez del Barco lo recordará con una colgadura conmemorativa desde el balcón de la casa de hermandad, así como con un programa de actos que comenzarán ayer con una conferencia en la que participaron algunos de los protagonistas del cambio. Entre las actividades previstas están además, recuperar las primitivas actividades, como la chocolatada de Primera Comunión y el campeonato de ajedrez, y la celebración de una exposición gráfica en las dependencias de la hermandad con la que rememorar aquellos años sesenta en Triana.

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