Cultura

Contrastes excesivos

La presentación del pianista Juan Carlos Fernández-Nieto en el Maestranza, con un amplio y prestigioso bagaje tras las espaldas, estuvo marcada por unos contrastes excesivos ya desde la misma forma de abordar cada una de las dos partes del programa.

el 16 may 2013 / 12:29 h.

JÓVENES INTÉRPRETES ** Juan Carlos Fernández-Nieto, piano. Fecha: martes 14 mayo 2013. Lugar: Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza. Programa: Sonata nº23 Op.57 « Appasionata » de Beethoven; Cuaderno 2º de la Suite Iberia de Albéniz; Carnaval Op.9 de Schumann La presentación del pianista Juan Carlos Fernández-Nieto en el Maestranza, con un amplio y prestigioso bagaje tras las espaldas, estuvo marcada por unos contrastes excesivos ya desde la misma forma de abordar cada una de las dos partes del programa. Carnaval es una ingeniosa colección de variaciones que Schumann diseñó a partir del nombre del lugar en el que nació un amor de juventud, Asch, que tradujo a la notación musical alemana para crear una serie de piezas que reflejaran los diversos estados de ánimo que le inspiraban personajes de la comedia del arte, su propia personalidad bipolar o esa sociedad Davidsbünder que imaginó para hacer frente a las corrientes musicales más conservadoras. El joven pianista acertó en reflejar ese caleidoscopio de emociones con una lectura fresca, ágil, delicada y refulgente según los casos, que remató optando más por un carácter triunfal que grotesco. Antes se enfrentó a dos páginas fundamentales del repertorio pianístico con un incómodo e inconveniente exceso de temperamento, contrastes muy acentuados y pautas más henchidas de afectación que de imaginación, seguramente con la intención de exhibir una personalidad original. Salvó las notorias dificultades técnicas de ambas piezas pero no las expresivas. La intensidad emotiva y trágica de la Sonata nº 23 de Beethoven no consiste en subrayar sus pasajes más violentos, sino en una mayor indagación y capacidad para conmover, haciendo uso de una sutileza que tampoco asomó en Albéniz, abordado desde su vertiente más folclórica, con más estridencia que gracia y echándose en falta una mayor dosis de seducción y evocación

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