Teatro de la Maestranza. 11 de abril. Programa: Concierto para piano nº1, Chaikovski. Sinfonía nº3 Con órgano, Saint-Saëns. Intérpretes: N. Lugansky, piano. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. J. C. Casadesus, director. 12º Concierto de abono.
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Ni el pianista, Nikolai Lugansky, ni el director, Jean Claude Casadesus, parecieron anoche tener una especial sintonía con el Concierto nº1 de Chaikovski. El solista, sí, cumplió con su papel de vigoroso virtuoso.Pero en términos generales faltó agógica y sobró métrica, hubo intensidad, pero apenas transparencia, y algunas entradas de la cuerda sonaron descuidadas, carentes de mordiente. El maestro francés despachó más que paladeó, pasó por allí, que podría decirse. Pero eso es insuficiente a estas alturas con una obra tan leída, tan escuchada.
Todo cambió, la neutralidad se tornó pasión, con la Sinfonía nº3 de Saint-Saëns. Tuvo la versión de Casadesus una sonoridad densa, muy germánica, a pesar de que él es un perfecto francés. ¡Sobre gustos! Las melodías fueron expuestas con gran brillantez y un enorme calado sentimental, aunque el maestro evitó que la ROSS cayera en pasajes encantadores. Parecía estar librándose una batalla épica con los compases del autor de El carnaval de los animales. Es una opción. Y cuando se toma una dirección, la que sea, conviene exprimirla. Eso hicieron el director y los músicos. Por eso el clásico popular escapó a la rutina para reescribirse en la historia del Maestranza como un momento que, podríamos decir, memorable. Algunos dirán que eso es pecar de exagerado. Bueno... hoy se repite, vayan y entonces abrimos el debate.
