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Don Juan se bate en duelo con los zombis

Sevilla saca a la calle el mito literario frente al creciente dominio de la fiesta anglosajona

el 01 nov 2012 / 19:57 h.

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Halloween versus Don Juan. Es el duelo de honor en el que se debaten los sevillanos al llegar la fiesta de Todos los Santos. ¿Quién vencerá? ¿Quién se quedará con la chica? El tiempo dirá. De momento, este año Don Juan -el mítico personaje de Zorrilla- ha abandonando su letargo literario y se ha echado a la calle para conquistar a golpe de versos (y alguna que otra refriega de espadas) al mayor número de sevillanos posibles, rescatándolos así de las garras de unos zombis y brujas de procedencia anglosajona.

La noche del 31 de octubre, sin embargo, ha tenido para todos. En el barrio de Su Eminencia, por ejemplo, el dueño de un supermercado ofertaba "miedo" a grupos reducidos de seis personas. El local había sido tuneado con telarañas y calabazas para recrear "un pasaje del terror". Mientras, en la plaza de Refinadores, un joven apuesto empuñaba el acero para defender "la tradición sevillana de la fiesta de Todos los Santos", cumpliendo con la misión encomendada por el Ayuntamiento de Sevilla, a través del ICAS.

La cruenta batalla prosiguió en la mañana de ayer en el Centro, donde distintos grupos de teatro de la ciudad representaban la genial obra de José Zorrilla. Así, en la calle Pedro Caravaca -a la altura del Círculo de Labradores- tenía lugar la famosa escena del diván y la celebérrima frase: "No es verdad ángel de amor..." Sorprendía el silencio sepulcral de quien se detenía a contemplar el pasaje, así como la rapidez con la que de media en media hora iba renovándose el auditorio para un nuevo pase. "No esperaba esta buena respuesta. Es alucinante cómo la gente se para y nos acoge rápidamente", reconocía María Rodríguez, la joven de la compañía TomaTeatro que en este cuarto acto daba vida a la novicia.

Por Sierpes llegaban Marisol y Ángeles. Venían corriendo de la plaza del Salvador, donde han visto la cena de Don Juan con el espíritu de Don Gonzalo. Ellas están encantadas: "Nos gusta mucho el teatro. Es genial que se rescaten nuestra tradiciones y se contrarresten las iniciativas extranjeras", aclaró mientras trataba de pillar sitio en primera fila.

Igual de ilusionado estaba el pequeño Juan, que tiraba del brazo de su madre para disfrutar de un nuevo acto en La Campana: "Está descubriendo el teatro. Ya hemos visto el primer acto en las setas. El segundo nos lo hemos saltado porque la calle Cuna es muy estrecha y había mucha gente". No es la única queja. Loreto Díaz, Doña Inés en La Campana, subrayaba la dificultad de interpretar en la calle: "Te expones al ruido, que hay bastante con los autobuses. Aquí la gente no viene a verte, sino a pasearse. Requiere mayor concentración".

La estatua de Martínez Montañés de la plaza del Salvador sujetaba un cartel con la leyenda Al comendador. Del patio de naranjos de la antigua colegiata salían los actores, que interactuaban con el público: "Bienvenido marqués de la Ensenada", saludaron a Miguel, un madrileño que pasa estos días en Sevilla, y que no dejaba de hacer fotos: "Es el mejor reclamo de la ciudad", apuntó.

Las representaciones teatrales cosecharon aplausos y también el cariño de los más pequeños, como Luis, que no dejó de repartir chucherías entre los actores: “Es que se va a vestir de Don Juan en el cole. ¿Halloween? Eso no es nuestro”, replicó de inmediato una orgullosa madre, que iba susurrándole al oído los detalles de una historia romántica inspirada en Sevilla. Pero también había quien vive ambas fiestas: “Me he disfrazado de bruja, y también me gusta el Tenorio”, confesó Sofía en un tono conciliador.

Jornada sin sobresaltos en el camposanto sevillano
Ni lluvia ni protestas de empleados municipales, que a primera hora de la mañana firmaron un pre-acuerdo. La festividad de Todos los Santos se desarrolló sin incidentes en el cementerio de San Fernando. La subida del IVA marcó la jornada, como constató Jesús, de la Floristería David, a la entrada del camposanto: "Piden las flores más baratas, y muchos ya las traen compradas". Era el caso de Concha Pérez, que había venido de Mairena del Aljarafe para recordar a una amiga: "Ya hace diez años, pero era mi hermana, mi madre, lo era todo..." La crisis también afectaba a Felipe, el cuponero, que en sus 20 años nunca había vendido "tan poco". El trasiego, sin embargo, era el de siempre. Eso sí, para evitar robos, este cartel colgaba de una lápida: "No me robes/ no te da pena de mí/ Tengo 12 años/ lo que a mí me robes/ no te lo agradece/ tus muertos".

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