Cultura

El ímpetu de la ‘Titán’ pone en el buen camino a la Sinfónica

Reseña del concierto que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla ha ofrecido esta semana, a las órdenes de Pedro Halffter, en el Teatro de la Maestranza.

el 19 sep 2013 / 23:30 h.

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halfter-sinfonica* * ** Teatro de la Maestranza. 19 y 20 de septiembre. Programa: Obertura de Rienzi,Wagner. Sinfonía nº1 ‘Titán’, Mahler.  Intérpretes: Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Pedro Halffter, director. 1º Concierto de Abono.

De la mano de una de las partituras que mejor conoce y mejor sabe hacer, la Sinfonía nº1 ‘Titán’, de Gustav Mahler. Así arrancó anoche Pedro Halffter la temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) en el Teatro de la Maestranza. Fue tal la rabia y el ímpetu que puso en ella el director madrileño que casi nos pareció que estuviera exorcizando las tormentas que le han sobrevenido en las últimas semanas, cuando su nombre –muy lícitamente, por cierto– llegó a sonar con contundencia para dirigir un Teatro Real cuyo golpe de timón, se ha hecho como tantas otras cosas en la triste cultura española, a golpe de dedazo político.

Relatos aparte, Halffter sigue concentrado en su tarea de llevar al más alto nivel artístico a la ROSS. Lo volvió a hacer anoche modelando el sonido de la orquesta, haciendo parecer que Mahler antes que los supuestos Turina oFalla corre por la sangre de los profesores sevillanos. Se le puede criticar –y se le critica– la idoneidad de programar otra vez una obra tantas veces interpretada. Pero bien está la reiteración cuando hay cosas que decir.

Fue una Primera refinada y sutil, lo que no quiere decir que no se recreara en el paroxismo de una partitura rica en estallidos  pirotécnicos. Halffter apartó de su camino lecturas brumosas y psicoanalíticas para entregarse al lado más dionisiaco de esta música desbordante. El primer movimiento tuvo verdadero tono pastoral, otorgando un gran protagonismo a cada intervención solista, desgranando hasta el más mínimo acontecimiento. Electrizante pero nada histriónico, el reiterativo Scherzo, expuesto con una aparente economía de medios desde la batuta, se escoró hacia lo deslumbrante. Pocos maestros consiguen una Marcha fúnebre tan amarga como la escuchada ayer. Fuertemente chocante en el recreo del tema popular que la circunda, el tercer movimiento justificó por sí sólo toda la audición. En la conclusión, movido por una energía casi futurista, Halffter y la ROSSprecipitaron una coda no tan afirmativa como era de aguardar.

No advertimos apreciables deslices instrumentales tras el parón estival. Acaso la cuerda un punto titubeante en el inicio del primer tiempo. Antes, en cambio, la orquesta rubricó –se rubrica cuando se borda, y se bordó– una Obertura de Rienzi  de vitalidad avasalladora. Luego vendrán los del drama a toda costa. No. Las paradojas del universo clásico son infinitas.

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