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El mejor roscón lo tiene en su mesa

Diatribas sobre con nata o sin ella, ‘light’ o no, ya o el día de Reyes: el universo redondo

el 03 ene 2014 / 23:02 h.

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roscos reyesSin gluten, relleno de trufa en vez de nata y con nueces de macadania ocupando el lugar de la fruta escarchada. Hace ya algunos años que el universo de los roscos de reyes dejó de ser un entorno repostero anquilosado y observador de sus propias autoimpuestas tradiciones. Un vistazo a las confiterías y lugares donde se despacha da la medida de lo que hablamos. No es que el tono de Ferrán Adrià halla calado en este mítico dulce, pero sí que sus hacedores se han sentido –mercado mediante– embriagados por un inequívoco aroma de modernidad; el mismo que lleva a decorar otro rosco –vendido en Alcampo para más señas– con Lacasitos en lugar de las sempiternas guindas.

Entre turrones, polvorones y mazapanes el roscón sigue siendo la fechoría de fructosa más codiciada de la Navidad. Por eso algunos, con la connivencia de los tenderos, se saltan a piola el calendario y llevan ingiriendo esta arrebatadora masa fermentada desde que a Zoido se le ocurrió poner el primer colgajo luminoso en la calle Sierpes. “La gente cada vez lo demanda con mayor antelación, antiguamente era impensable vender un roscón antes del 4 de enero, ahora lo normal es comenzar a hacerlo en la segunda semana de diciembre”, reconocía ayer María tras el mostrador de la panadería La Parra, en la calle Venecia. Siempre hay quienes, acaso porque puedan permitírselo, observan más las reglas de juego y ponen roscones cuando toca, como en la confitería La Campana:“Si nos vienen por Año Nuevo pidiéndonos nazarenitos rellenos de chocolatinas se les emplaza a partir del Miércoles de Ceniza, pues igual con el roscón”, aseguraba ayer uno de sus atentos despachadores, haciendo gala de llevar la política de empresa grabada a fuego en el corazón.

En esto de los roscones siempre han convivido opiniones muy polarizadas. Véaselas usted si no con los del ‘sin’ y con los del ‘con’. “A mi sin”, “pues a mi con”, y así... los tenderos han de manejar con filológica fluidez el asunto de las preposiciones para saber si la clientela los prefiere rellenitos de nata o cualquier otra impúdica sustancia para la dieta o si lo prefiere más desnudito, como Dios lo trajo al mundo. “En el origen los roscos son sin y sin deben de ser”, razonaba ayer Herminia en el primigenio Horno de San Buenaventura. “Lo que pasa es que, como todo en esta vida, se acaba estropeando y ahora los chafan con la nata... qué asco”, siguió después como espoleada por la incontestable visión de la cruda realidad: pilas de roscones con frente a algunos tímidos rosquitos sin.

La decoración de los roscones, la calidad del relleno y la masa del bollo son los tres elementos de juicio principal para valorar si aquello quita el sentío o si por el contrario a cada dentellada lo único que advertimos es el proporcional crecimiento del michelín izquierdo, ese que vemos frente al espejo, acechante entre las curvas. “Donde se sabe si está bueno o no está bueno es en boca”, afirmó ayer con un tono enológico hasta preocupante Candela, de 79 años, flamante agraciada con dos de estas preciadas y redondas criaturas tras una rifa en su barrio de San José Obrero. Si está bueno o no lo decide usted pero también hay otros que ya se encargan de ello.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) publicó hace un par de semanas un análisis de roscones concluyente. Se concluía tras leerlo que sus responsables se habían puesto como el kiko. En él se afirmaba que el mejor de todos los que se venden en supermercados era el de Hipercor, seguido en el podio por los de Mercadona y Carrefour. ¿El peor? No es elegante decirlo pero no creamos que ningún responsable de Hiper Usera y E. Leclerc se vaya a sentir apelado por estos lares porque ver uno de estos es más difícil que encontrar un bazar chino cerrado el 1 de enero. Sea como fuere, cada vez más son los clientes que optan por delicatessens.

En Herboristería del Sur los tienen para celíacos y se jactan en disponer de roscones light. Otra herejía que, con el paso del tiempo, puede acabar convirtiéndose en lo más común del mundo: “Póngame un roscón light tamaño familiar relleno de aleación de chocolate blanco y merengue de la Sierra Norte”. En el Mercado del Arenal, la dueña de Veganitessen los despacha con soja, aptos para vegetarianos estrictos dispuestos a no quedarse sin mojar el pastel en el café. ¿En el café? No sean bastos, dicta la estilizada tradición que este manjar ha de acompañarse con un cava baratito. ¿Lo probaron con orujo de hierbas? Feliz maridaje.

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