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“El Pali ponía los sitios boca abajo”

Los Morancos repasan lo vivido como teloneros del artista en los espectáculos que llevaban por pueblos y barrios de Sevilla

el 20 jun 2013 / 23:30 h.

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Los Morancos guardan como oro en paño esta foto que El Pali y Paco de Lucía dedican a su padre. Los Morancos guardan como oro en paño esta foto que El Pali y Paco de Lucía dedican a su padre. La historia de este romance sobre los escenarios comienza el 15 de abril de 1979. El Teatro Lope de Vega de Sevilla acogía ese día un espectáculo de flamenco para el proyecto del palio de la Virgen de Gracia y Amparo de Los Javieres, una dolorosa que hasta la fecha procesionaba a los pies del Cristo de las Almas en el único paso que la cofradía de Omnium Santorum ponía en la calle. En esta cita benéfica no podía faltar en el cartel un artista destacado del momento, que, debido a la sensibilidad especial que siempre destilaba con todo lo que tenía que ver con la ciudad, garantizaba una convocatoria de lleno donde disfrutar de unas buenas sevillanas corraleras. Se trataba de Francisco Palacios El Pali que, junto a otros cantantes de esta causa pro-palio, fueron desfilando por allí con la misión de engrandecer el patrimonio de la Semana Santa de Sevilla. Entre los cantantes (más bien cantaores) se encontraba un joven de Triana que daba sus primeros pasos en el difícil mundo del flamenco. A sus 16 años, este muchacho de pelo rubio tenía claro que lo suyo era el espectáculo, aunque luego cayera en la cuenta que le iba mejor el humor. Fue así como un desconocido César Cadaval –hoy componente del dúo Los Morancos–, entraba en contacto con el Trovador de Sevilla:“Desde un primer momento me pareció un hombre muy simpático y muy cercano, que apoyaba mucho a todo el que estaba empezando. Me acuerdo perfectamente de que cuando llegué al Lope de Vega me lo encontré allí sentado, con ese arte que él tenía...”. César, o mejor dicho Rubichi de Triana que era como se anunciaba en aquellos inicios, recuerda con especial cariño los momentos que vivió con El Pali, sobre todo los que se tejieron de una manera más directa entre bambalinas: “Nos daba muchos consejos y siempre nos decía que saliéramos tranquilos al escenario y que tuviéramos paciencia que el artista no se hacía en un día”. Recomendaciones que siguió al pie de la letra este moranco, al que con los años se sumaron, primero, su amigo Curro y después, su hermano Jorge en los monólogos que precedían las actuaciones del artista del Arenal. La complicidad era tal que hasta hubo propuestas y todo: “Tenía una mente privilegiada para captar la esencia de Sevilla y del momento. Una vez nos dijo que hiciéramos algo del Palmar de Troya, cuando se creaba todo aquello de la iglesia palmariana en la pedanía de Utrera, y la verdad es que funcionó muy bien la parodia”. Pero este maestro de artistas, como lo definen algunos coetáneos, también tenía palabras de aliento después de las actuaciones con estos teloneros a los que tanto quería:“Siempre nos decía al terminar: ‘Muy bien. Lo estáis haciendo estupendamente”, señala César, quien además destaca la “capacidad de improvisación” y “el arte” que tenía El Pali a la hora de interpretar las sevillanas:“Era un máquina, ponía los sitios boca abajo. Era un artista muy grande, por eso hoy en día artistas como él se tienen que seguir escuchando a la fuerza porque era muy grande”. Precisamente, César recita de cabeza la letra de una de sus sevillanas, en concreto una de las que dedicó al Cristo del Cachorro, que tantas veces escuchó de su viva voz y que, como reconoce, forma parte del “repertorio más personal”:“En una venta que había/en la vereílla a Camas/ murió un gitano alfarero/ que Cachorro se llamaba/ Cómo sería su agonía/ que un escultor que allí estaba/talló para el Patrocinio/ El Cachorro de Triana”. Aunque también le vienen a la mente otras composiciones señeras de este ilustre vecino del Arenal, como la del Gran Poder o la de “Sevilla tuvo una niña y le pusieron Triana...”. “Le cantaba a todo Sevilla. Tenía pasión por esta ciudad y por Triana más, y por los pueblos ni te cuento...”, relatan Los Morancos. En este punto, César insiste en aclarar que “se dice mucho del trovador de Sevilla, aunque realmente El Pali fue el hombre que mejor le ha cantado a Sevilla”. En este sentido, los componentes del conocido dúo humorístico se suman a la petición de un reconocimiento oficial –pues oficioso ya lo tiene por sus colegas de profesión y demás amigos– por parte de la ciudad de Sevilla:“No sabemos por qué no termina de llegar el homenaje. Además pensamos que podría estar de alguna manera relacionado con la Feria de Abril...”, se sinceran César y Jorge que, en su largo anecdotario de vivencias junto a El Pali, subrayan cuando ya en los años 80 llegaban a parodiar “con cariño” la figura de este artista que les vio nacer:“Yo he llegado a imitarlo en más de una ocasión. La verdad es que a él no le gustaba mucho. No me decía nada, pero por la cara que ponía...”, confiesa César. El mayor de Los Morancos prosigue explicando cómo se caracterizaba para dar vida a este cantante genuino: “Para meterme en su piel recreaba su habla tan singular, que hacía que cuando se escuchaba su voz, todo el mundo lo reconociera. Pero era muy difícil, pues tenía una gran personalidad”. Quizás por ello y por todo lo que significó para el arte local, la figura de El Pali ha sido muy importante en los difíciles inicios de la carrera de Los Morancos recorriendo velás, verbenas, ferias y fiestas de pueblos y barrios de Sevilla en los años 80. “El espectáculo tenía grupos de sevillanas, nuestra actuación humorística y al final cantaba él”. Por ello aquel 21 de junio de 1988 fue muy triste: “Lo vivimos con mucha pena. Muchos artistas le dimos el adiós y las gracias por todo lo que nos legó”.

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