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En Nervión cayó la del Tigre... y la Pantera

Diego Costa, que ya había marcado dos goles en la ida, hizo el 0-1 a los 5', asistió a Falcao a los 29' y luego provocó las expulsiones de Medel y Kondogbia.

el 27 feb 2013 / 23:15 h.

Foto de @JesusmaAlcalde (Twitter)

Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. La sentencia del Guerra se le debió venir a la cabeza a los aficionados sevillistas al poco de empezar el partido de vuelta de la semfinal en la que tanto se jugaba el club, en lo económico, lo deportivo y lo social.

La consigna era no encajar para mantener la tensión de la eliminatoria durante el máximo tiempo posible. Pero si no quires caldo, dos tazas. A los 5’ ya había marcado Diego Costa el 0-1 y en el 29’, otra buena jugada del brasileño dio pie a que Falcao le ganara la acción a Botía con una facilidad pasmosa.

La zaga sevillista, en especial su pareja de centrales, quedó retratada en los dos goles, que dejaban la eliminatoria imposible. Y Spahic, cedido en Rusia con el visto bueno de Unai –eso dicen desde el club–, en una gran gestión económica pero que debilita sensiblemente el potencial deportivo del equipo. Ayer acabó jugando de central Coke. Y de aquí a final de temporada ya veremos qué inventa Emery.

Antes del partido cayó sobre Nervión la del tigre, agua a mansalva y granizo –curiosamente apenas unas gotas en otras zonas de la ciudad– pero no fue el Tigre Falcao el hombre del partido, sino Diego Costa, la Pantera, el artífice del pase del Atlético a la final. El brasileño, que ya había marcado los dos goles en la ida, anotó ayer el primero, asistió a Falcao en el segundo y puso de los nervios a todos los jugadores sevillistas, hasta el punto que Medel y Kondogbia fueron expulsados por endiñarle y les puede caer una dura sanción a ambos. Lo que le faltaba a Emery, que igual se queda solo con Maduro de pivote durante varios partidos –si no lo usa de central– para intentar la remontada que está obligado a realizar en la Liga  ahora que la Copa ya es historia.

El Sevilla prácticamente se jugaba la temporada a una carta en la semifinal. Y el reto, aunque accesible, era sumamente complicado. El Atlético había ganado 2-1 en la ida y por algo suma 24 puntos más en la clasificación. Pero si se daba una noche redonda, todo podía pasar. Ocurre que salió todo al revés: en Nervión cayó la del Tigre, la Pantera campó a sus anchas, el Arrebato no pudo ni cantar el himno por el aguacero y el sueño de la final se esfumó a los cinco minutos de partido. Ahora toca rehacerse y subir la empinada cuesta de la Liga. No queda otra.

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