Cultura

"En Viena nuestros gestores culturales no habrían durado una semana"

Entrevista con los historiadores Ramón María Serrera y Andrés Moreno Mengíbar, autores de 'Sevilla, ciudad de 150 óperas'.

el 31 may 2013 / 23:40 h.

Décadas consagradas al estudio del género lírico y a la relación de este con la ciudad debían dar sus frutos. Tras varias publicaciones previas, Sevilla, ciudad de 150 óperas (editorial Alymar) es la edición definitiva de una amplia y muy divulgativa obra que puede abordarse en varios niveles. Como manual de consulta para el melómano y como documento para el turista que quiera asomarse a un patrimonio que no está al alcance de ninguna otra urbe del mundo.Pero sus autores, los historiadores y críticos musicales Ramón María Serrera y Andrés Moreno Mengíbar, aspiran a un tercer peldaño, erigir este trabajo de investigación en un punto de partida para que gestores políticos y culturales pongan en valor lo que en sus casi 150 páginas se cuenta y, al fin, se abra el telón a un patrimonio que, por hoy, sólo se conserva en un puñado de letras.

Ramón María Serrera y Andrés Moreno Mengíbar. / Manuel R.R. Ramón María Serrera y Andrés Moreno Mengíbar. / Manuel R.R.

–¿Qué tiene Sevilla para haber alumbrado tal cantidad de argumentos en torno a ella? –(R.M.S) El imaginario tiene más fuerza que la realidad y Sevilla es un mito desde que fue fundada. Yo me preguntaría más bien ¿qué tiene esta ciudad para haber desarrollado tres mitos mundiales como Don Juan, Fígaro y Carmen? Alrededor del primero hay unos 50 títulos líricos, una treintena del segundo... París y Roma también han inspirado muchas óperas, pero estadísticamente la distancia con respecto a Sevilla es enorme.

–¿Cuál es el valor diferencial que ustedes, como historiadores, aportan a esta visión de la ciudad desde sus óperas? –(A.M.M.) Este libro sólo lo podía escribir un historiador. No se trata de analizar una partitura sino de vincular la creación operística con la ciudad. Toda la obra es una gran historia cultural.

–153 títulos se compilan en el texto. Al margen de los más conocidos (Forza, María de Padilla, Bodas de Fígaro, Carmen...) establezcan una propuesta de títulos paralelos que merecen ser vistos aquí cuando antes... –(A.M.M.) Por ejemplo L’ombra di Don Giovanni, de Franco Alfano; Conchita, de Ricardo Zandonai; Don Juan de Mañara, de Tomasi; Bodas en el monasterio, de Prokofiev y Flammen, de Erwin Schulhoff.

–¿Qué es lo más rocambolesco que han encontrado en su especializada investigación? –(R.M.S.) Lo más rocambolesco no tiene nada que ver con las óperas en sí, sino con el hecho de que algunas de las más grandes obras que tienen a Sevilla como escenario jamás se han visto aquí, es un trágico débito que acarreamos. Hay títulos como La forza del destino, de Verdi, que llevan más de un siglo sin representarse.

–¿A qué achacan este desinterés por el patrimonio musical? –(R.M.S.) Sevilla es incapaz de vender lo que tiene. Estamos hablando de cultura, sí, pero también de turismo y, por tanto, de economía. Ahí tiene ciudades pequeñas como Bayreuth o Verona que viven en gran medida de la música. Aquí hay una falta de imaginación y de preparación dantesca. ¡Uno de los actos del Don Juan de Tomasi transcurre en Jueves Santo y con nazarenos! ¿Se le ocurre una conexión mayor? Pero jamás nadie ha tenido la tentación de rescatar la obra.

–Publicado el libro, ¿se ha interesado el Teatro de la Maestranza por lo que en él se narra? –(A.M.M.)Para nosotros lo lógico sería que el director del teatro nos llamara simplemente para poner en común ideas. Pero ni siquiera hubo ningún responsable artístico en la presentación. Vender que programamos La mujer silenciosa, de Strauss, está muy bien, pero tendría más sentido apostar por alguno de los títulos que nos tocan directamente.

–¿Qué propondrían para sacar a la luz todo ese arsenal de obras? –(A.M.M.) Mucho nos tememos que este libro no sirva de nada. Tenemos el patrimonio y los escenarios, ¿por qué no hacer un festival de ópera de temática sevillana o establecer una cuota de títulos? Se puede acudir a producciones modestas, con cantantes jóvenes, versiones en concierto... Cada año podían darse dos óperas; una más popular y otra más arriesgada. Así los turistas –y no olvidemos que la ópera atrae a un visitante con poder adquisitivo– podría cotejar lo que se le cuenta en las audioguías turísticas con funciones de ópera. El principal emblema del Maestranza es precisamente la ingente cantidad de óperas en las que Sevilla aparece.

–¿Ningún político ha reparado en lo que cuentan? –(R.M.S.) Esta es una ciudad muerta, con más pasado que presente. Lo único que moviliza el interés de los políticos es la Semana Santa, la Feria y el Corpus. Tenemos a políticos que en lugar de montar un festival de teatro clásico en elCorpus recuperan una jura de bandera. En Sevilla nunca ha existido una delegación de Cultura, y quienes han pasado por ella o no han hecho nada o han destrozado todo lo que han tocado. Porque los votos dan la legitimidad política pero no la capacidad de gestión. Y venimos siendo gobernados, en una y otra administración, por incultos e inútiles. Si Viena hubiera tenido los gestores que nosotros hemos padecido, no hubieran durado una semana.

–¿Un deseo para el futuro del Maestranza? –(A.M.M.) Que se ponga al servicio del desarrollo turístico, que explote el patrimonio de la ciudad y que no atienda sólo a sus abonados con tres o cuatro títulos rutinarios.

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