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Ilusiones de una mañana soleada

La Semana Santa de Sevilla va creciendo en melancolía según avanzan sus jornadas.

el 30 mar 2013 / 16:27 h.

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Vea las imágenes que nos ha dejado esta mañana La Semana Santa de Sevilla va creciendo en melancolía según avanzan sus jornadas. Todo lo que era nerviosismo por el arranque del Domingo de Ramos va dejando paso a esa sensación de que todo se acaba cuando llegan los últimos días de la semana. Quizás por eso la afluencia de personas en los templos en esta mañana de Sábado Santo era menor que la del resto de días. Por eso y porque las visitas se solapaban con los traslados de regreso de las hermandad de Los Gitanos y la Esperanza de Triana hasta sus iglesias. Aún así había muchas ganas por descubrir todo lo que el Sábado Santo le iba a regalar a la ciudad. Una jornada en la que parecía que por fin el tiempo iba a a pasar a un segundo plano y sólo destacaría lo que las hermandades pudieran ofrecer en sus estaciones de penitencia. En la Trinidad, las miradas se dirigían a la Virgen de la Esperanza, que volvía a procesionar tras la restauración a la que había sido sometida en el IAPH. Miradas entre las que se encontraba la de los representantes de la Policía Local, de la que es protectora esta imagen. Una representación encabezada el delegado de Seguridad, Demetrio Cabello. 7 José Gavira, diputado de cultos; Ramón Pineda, hermano mayor; e Ignacio Valduérteles, teniente de hermano mayor de la hermandad de la Soledad de San Lorenzo. 7 José Gavira, diputado de cultos; Ramón Pineda, hermano mayor; e Ignacio Valduérteles, teniente de hermano mayor de la hermandad de la Soledad de San Lorenzo. Ilusiones que se repartían por San Lorenzo, donde no cesaban los rezos a la Virgen de la Soledad. Estampa clásica que, para algunos, supone el epílogo a estos días del gozo. Con la llegada del arzobispo a Los Servitas, la hermandad culminaba una mañana de puertas abiertas que dejaría paso a una espléndida tarde de Sábado Santo. La última parada era Santa Marina. El Señor de la Resurrección, sobre un monte de flores silvestres en su remozado paso. La Virgen de la Aurora agurdaba la madrugada para encontrarse con Sevilla. Azul era su manto, el mismo color que toda Sevilla quería en el cielo para despedir la Semana Santa.

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